Artista autodidacta, de los que "se suelen tildar de antisistema", Miguel Docampo vive en A Estrada, volcado en su vocación pictórica y también en muchas otras disciplinas artísticas, que combina con la docencia del aikido. Obras murales en pintura acrílica, creaciones a plumilla o acuarelas hiperrealistas que se toma "como un desafío" y en las que el derroche de detalles motiva que, por ejemplo, las "xoubas" retratadas parezcan cobrar vida se combinan en su trayectoria con los grabados cuidados hasta el extremo y el gusto del artista por la estampación y la cerámica. También sigue experimentando con técnicas vanguardistas, como las fotosensibles y, concretamente, con los polímeros.

En la antesala de los 60, hace balance. "Soy disperso y diverso", resume. Su línea en pintura es más definida que en grabado. Predominan la abstracción y componentes surrealistas. También pinta desnudos de mujeres. "Son un peligro", bromea, "y un homenaje a Goya". Bohemio, se niega a dejar que lo "domestiquen" para entrar en los círculos comerciales del arte. Para él, ser artista "no es un estatus" sino un modo de vida. "Vivo para el arte, del arte o, como me gusta decir, por culpa del arte", sin el cual admite que "el mundo" le "sería insoportable".

Aunque nació "por accidente" en Catoira -donde su padre, un químico estradense, trabajaba en Cedonosa- se siente estradense. En la villa residió parte de su infancia, estudiando en el colegio José Antonio los años en los que la profesión de su padre no le llevó a Catoira, Vilagarcía, Portugal y O Rosal. Ese nomadismo le marcaron a él y a su familia. "Mi hija Áurea es muy dada a viajar", señala. Con ella y con su mujer, Isabel Silvares, pretende afrontar este verano un nuevo reto: "patear los 1.500 kilómetros de costa gallega". "A ver si lo permite la economía", desea.

Su talento artístico fue percibido por sus padres y maestros siendo "muy pequeño". Su "profesor don Benito" -al que recuerda con especial cariño- le cedió con 16 años un ático vacío en la Praza da Igrexa para que montase su propio estudio. Así lo hizo. Llamó a su amigo Fernando Porto y se dedicaron a la pintura abstracta y a recrear figuras cubistas y surrealistas Luego, Miguel ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Santiago. "No aprendí nada", dice. Cursó un año de talla de piedra y, después de "tantos mazazos" en los dedos, le robaron la escultura. Ya no talló más.

Simultáneamente, comenzó a colaborar con la revista infantil y juvenil Vagalume, a la que seguiría la publicación de sus ilustraciones en El Pope, Teima, A Nosa Terra, Informart, Dorna, Contrarretranca, Biosfera, O Golfiño o Capicúa así como en el libro Os ollos do dragón de María Angels Gardella en Galaxia. Especial importancia tuvo su faceta de director creativo de la editorial que editaba guías y la revista del Club de Mar Palma de Mallorca.

En esta ciudad empezó su "vida bohemia", que le ha llevado a residir hasta en 40 domicilios diferentes a lo largo de sus 59 años. También en Mallorca continuó formándose. Estudió grabado clásico con Carlos Puntis dentro de la Escuela de Urbino, alcanzando los conocimientos que los Mayer de Santiago no le habían querido enseñar "pese a la intervención de Xulio Maside". Logró hacer las "líneas finas" que le obsesionaba dibujar desde muy joven, cuando intentaba conseguirlas a plumilla.

Logró dominar "la misma técnica que usaba Goya". Fueron alumnos suyos Camilo José Cela Conde y uno de los tipógrafos más importantes del mundo, Buselüstong, luego Premio Nacional de Grabado de Suecia. Él y su mujer estamparon sus grabados y el director del Museo de Estocolmo le felicitó por su labor.

Hoy, en su taller de Bedelle, con uno de las pocas prensas de grabados que existe en Galicia, Miguel realiza grabados calcográficos a base de aguafuerte y aguatinta. Hace ediciones "muy cortas" aunque de precio asequible. Sus motivos a menudo recuerdan a los artistas que le interesan y que más le han influido, como Picasso o Marcel Dichamp. Ajeno a las tendencias y a las modas, la riqueza de detalles que rezuman sus obras determinan que desde hace años el 80% de sus creaciones se las compren otros artistas,, sus principales mecenas.