Lleva desde los 22 años viviendo en Madrid y, aunque su esposa intenta convencerle para regresar a su tierra natal de Donramiro, él prefiere seguir a orillas del Manzanares, donde cuenta con numerosos amigos y compañeros y una vida hecha en torno a la Complutense y centros académicos emblemáticos como el Ramiro de Maeztu, el Calderón de la Barca o el instituto de San Cristóbal de los Ángeles, donde dio clase por última vez. Conseguida la jubilación, Antonio Vidal Neira se dedica en cuerpo y alma a una de sus pasiones: La investigación. El profesor compartirá sus conocimientos con los lectores de la edición de Deza-Tabeirós de FARO DE VIGO en próximas colaboraciones.

-¿A qué se dedica un historiador tras dejar la docencia después de tantos años delante de la pizarra?

-Ahora ocupo mi tiempo con la investigación. Es una afición que tuve desde siempre, la verdad. Estoy enfrascado con el magnífico Catastro de Ensenada y con la prensa histórica referida a Lalín, que también resulta muy reveladora de la historia del pueblo y su zona de influencia. Intento recopilar toda la información posible sobre Lalín desde 1850 incluso a través de internet, otra herramienta bastante útil, por cierto. Es un época muy interesante, con la constitución de la primera iglesia de Lalín o la construcción del casino, sus avatares políticos y las motivaciones religiosas que impregnaban una sociedad como aquella, de mucho fervor.

-¿Qué es lo que más le ha llamado la atención en su estudio del Catastro de Ensenada con respecto a la actual cabecera comarcal de Deza?

-Pues, lo importante que era Lalín entonces. Siendo una villa pequeña contaba entre sus vecinos o naturales con mucha gente importante. Hay que tener en cuenta que en 1753, según el catastro, tenía 32 cabezas de familia, aunque había más habitantes, por supuesto. Lalín pertenecía a la parroquia de Donramiro y la única iglesia que había por aquellos años era la que conocemos como la de Lalín de Arriba. En esa época, el pueblo contaba con una gente de mucha categoría, como los Aller, los Goyanes o los Crespo, con José Crespo Villar como alcalde y diputado. Incluso hubo un gobernador civil en Cáceres natural de Lalín, Domingo Palmar Brandido.

-¿Conocen los lalinenses una historia tan rica en nombres propios como la que está usted descubriendo en su investigación?

-Creo que la gente de Lalín no la conoce, sobre todo, la juventud actual. Yo mismo no la conocía, y soy historiador. Por eso me gustaría poder recuperarla e intentar reconstruirla para darla a conocer. He descubierto a don Ventura Cañizares, que fue canónigo de Lugo y Santiago, o a don Laureano Guitián, que llegó a escribir una pequeña obra de teatro en gallego, o a Miguel Novoa Varela, que estuvo de cura en Lalín, fue capellán real y llegó a escribir el pregón fúnebre en las exequias del rey Alfonso XII.

-¿No ha pensado en publicar este trabajo para divulgarlo en Lalín y en el resto de Galicia?

-Como nunca me dediqué a escribir, pues tampoco se me había ocurrido. Además, esto lo hago por deporte. Lo que sí me gustaría es darlo a conocer en internet para que la gente tenga un acceso sencillo al trabajo. Hoy en día, las nuevas tecnologías son fundamentales a la hora de dar a conocer este tipo de investigaciones.

-¿Considera que Lalín ha sido un municipio que ha crecido de manera ordenada desde el siglo XVIII a la actualidad?

-Lalín creció de manera desorbitada tras el regreso de los emigrantes en el siglo XX, y lo hizo a lo largo de las vías de comunicación como la carreteras de Santiago a Lalín o la de Monforte. Después llegaron los planes de desarrollo urbanístico y pienso que, en ese aspecto, es un lugar que está bastante bien organizado.

-¿Cómo calificaría la historia moderna y contemporánea de Lalín a tenor de la recopilación que está llevando a cabo en el Catastro de Ensenada?

-Lalín, como todos los pueblos, tiene una historia maravillosa. Es como cualquier historia de una familia. Como te decía antes, es un pueblo que parte de una aldea y que llega a contar con personalidades muy relevantes entre sus habitantes o relacionados con el municipio. Por ejemplo, el XVII duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stewart y Falcó, padre de la actual duquesa, llegó a ser diputado Cortes por la circunscripción de Lalín. Y eso que cuando estuvo de visita en el pueblo no obtuvo un recibimiento acorde con su rango, y optó por continuar camino hacia Santiago. Era conservador y fue diputado entre 1903 y 1905, según los documentos que he estado consultando en todo este tiempo. Estamos hablando de un ducado de los más emblemáticos en la historia universal, y dice mucho de Lalín que el titular del mismo quisiera ser diputado a Cortes entonces.