Es inevitable. Cuando toca pagar resulta difícil no mostrar, al menos, cierto descontento. Le ocurre a los vendedores ambulantes que acuden a la feria de A Bandeira y que a partir del próximo mercadillo, el del día 29, tendrán que abonar una tasa en función de las dimensiones de sus puestos, de acuerdo con la nueva ordenanza municipal.

La normativa fue aprobada por el pleno y consentida por la Asociación de Comerciantes Ambulantes e Prazas de Abastos de Galicia (Acapag), después de que el gobierno local les aceptase varias alegaciones. Pero, a pie de feria, los vendedores muestran su rechazo a unas tarifas que consideran demasiado altas. Estas fijan un euro por metro lineal para los puestos con un ancho menor de 3,50 euros; y un euro por metro cuadrado para los de mayores dimensiones.

"No compensa mucho venir, porque se vende poco, y si aún por encima nos cobran...", reflexionaba ayer Luis desde su puesto de patatas traído de Melide. "Me parece un atraco, un abuso", opinaba desde detrás de la mercancía una vendedora de mandiles de Dozón. Hace tres décadas que el negocio, de su marido, acude a A Bandeira, por lo que no entiende "que hayamos mantenido la feria los tenderos, y ahora nos hagan pagar". Sin embargo, admite que estaría dispuesta a abonar "dos o tres euros" por feria, pero no ocho, como le corresponde. Jesús, uno de los churreros, también considera que las tasas son "excesivas", más que la de otras ferias como la de Arzúa, donde, asegura, paga la mitad. "Si esto sale adelante nos plantearemos dejar de venir", añadía. "Son dos ferias al mes y es muy caro", reconocía también Elena Ferro, la zoqueira de Merza.

Pero no todos son críticos. Andrés Castro, de Touro, que ayer vendía, en su pequeño puesto, quesos, miel, higos y castañas se brindaba a paga: "Un euro no es tanto y por culpa de eso no voy a dejar de venir. Si todos colaboramos, esto sale adelante", animaba. La posibilidad de reservar puesto que ofrece la nueva ordenanza es la ventaja que encuentran algunos. "La medida está bien si nos garantiza que reservamos sitio y llegamos y está libre, no como hoy [y señala un turismo que interrumpe la instalación de su toldo], explicaba el frutero Miguel Pereira, de Moraña. Con él coincidía la silledense María Luisa Espiño, que cuenta con dos puestos de pulpo: "Está bien, porque por lo menos tienes el sitio fijo", defendía.

La Policía Local informó ayer a los vendedores de la nueva regla y les entregó modelos de solicitud de declaración responsable que deberán cubrir, conforme disponen de los permisos para ejercer la venta. Además, los agentes realizaron un censo de los puestos, computando unos noventa, si bien la cifra sobrepasa el centenar en otras ocasiones, según los policías.