La cooperativa lalinense Maquideza (con sede en Alén, Anseán), está ya en condiciones de distribuir biomasa para agua caliente y calefacción a gran escala a clientes como centros educativos, empresas, granjas o incluso la administración. Este proyecto empresarial es, hasta la fecha, el de mayor envergadura que ampara el Grupo de Desenvolvemento Rural Terras do Deza, con una inversión de 786.784,74 euros, de los que 193.100 fueron subvencionados a través del GDR.

El material que ofrece Maquideza y que ya utilizan las cinco explotaciones que la integran, son astillas de restos de poda, talas de árboles o incluso matorrales de tojos. En la nave de Anseán se secan, ahora mismo, unos 300 metros cúbicos (m3) que se remueven de forma periódica y que cubrirían "las necesidades de una granja estándar durante tres o cuatro años", apuntan los socios de la entidad. Uno de ellos, José Ramón Presas, explica que Maquideza también dispone de serrín-que por el momento adquiere en aserradero porque sale más barato que producirlo en la nave-. Éste, mezclado con carbonato o cal, se vende para cama de animales y termina convertido en un abono no dañino para los cultivos.

La biomasa que prepara Maquideza supondrá para sus clientes un ahorro de hasta el 50% respecto al consumo de gasóleo Las obras para este sistema son de carácter menor, "un silo de 3x3 metros para el secado, con la altura que se desee, y una caldera de biomasa" para quemar el material que, además, resulta menos contaminante que los pellets. Estos granulados suelen incorporar colas y otros materiales que facilitan su compactación pero que, al quemarse, pueden desprender alquitrán. Precisamente, el Concello de Lalín optó por los pellets para calentar el agua de la nueva piscina -abierta en septiembre- y, tras la visita ayer del alcalde José Crespo a la nave de Maquideza, el regidor se comprometió a valorar la adquisición de astilla una vez que se conozca, a finales de diciembre, cuánto consume la piscina en pellets.

Crespo, junto al presidente del GDR, Román Rodríguez, y el concejal de Infraestruturas Rurais e Aforro Enerxético, Antonio Rodríguez, también se mostró dispuesto a que Maquideza triturase todos los restos de poda de los espacios verdes que cuida el concello. Román Rodríguez, responsable además del área local de Urbanismo, también quiso dejar claro que "la nave está construida en suelo rústico común", y no sobre suelo de protección especial, como defendían posturas contrarias a la instalación de la nave.

Las seis familias que integran el proyecto y el grupo técnico del GDR calculan que los casi 800.000 euros que invirtieron en la planta de secado y la maquinaria (dos tractores, dos remolques, una máquina con grúa y dos palas) pueden quedar rentabilizados en cinco años, entre lo que ahorran en sus granjas de porcino y los beneficios que pueden conseguir con la venta de material. "Lo que antes se consideraba un residuo ahora es una materia prima", apunta José Ramón Presas, resaltando que la producción de biomasa es un complemento a una actividad ganadera acuciada por la escalada de precios. Por el momento, Maquideza se dedicará a triturar madera en épocas que no coincidan con la temporada de ensilado y, consciente de que cuenta con una competencia muy grande por parte de los aserraderos, "sabemos que de ésto se puede vivir", añade Presas.

Los socios de Maquideza esbozan ahora toda la logística para distribuir material a sus futuros clientes. También debe decidir cómo venderá el producto: Si en metros cúbicos o en Termias, una unidad de energía que equivale a un millón de calorías y que ya se usa como medida en los suministros de gas natural. La cooperativa debe tener en cuenta también que vende astilla seca -el proceso dura entre dos y tres meses- cuyo precio debe ser diferente al de biomasa verde, que arde peor.