El entorno del museo etnográfico Casa do Patrón, en Codeseda (Doade), se convirtió ayer en un escenario práctico para aprender a micorrizar árboles. El presidente de Fungocerga, Santiago Liñeira, explicó a aficionados y expertos todas las técnicas necesarias para aprender a ´cultivar´ las variedades de setas más comerciales en, también, los árboles más abundantes en la comarca. "A la hora de micorrizar en árboles adultos, tenemos dos opciones: por una parte, los robles y el castaño, sobre los que se inoculan boletus, y por otra, las coníferas (a las que pertenecen los pinos), que combinan bien con hongos pinícolas y níscalos", explica.

Con el tiempo, la micorrización puede dar resultados diferentes: o bien al cabo de tres ó cuatro años se dispone ya de una producción de setas, o bien éstas no logran nacer pero, como están ´unidas´ al árbol, le proporcionan a éste nitrógeno, fósforo, calcio y potasio, con lo que el estado sanitario del árbol mejora de forma considerable. Eso sí, Liñeira explica que la micorrización "siempre tiene que realizarse sobre árboles sanos", ya que en ningún caso los hongos pueden encargarse de frenar ni curar cualquier plaga que sufra la planta.

La edad ideal para micorrizar un pino se sitúa entre los 7 y los 10 años, mientras que para un castaños se tiene en cuenta la horquilla de entre 12 y 16. En el caso de la comarca dezana, el presidente de Fungocerga no dudó en destacar todas las bondades que presenta su suelo. "Deza tiene condiciones más que óptimas para la producción. De hecho, ya hay quien recoge setas silvestres", recuerda Liñeira. También hay que recordar que en esta parroquia de Doade existe un proyecto experimental que, si la humedad ayuda, echará a andar este mismo otoño. La iniciativa prevé cultivar setas micorrizadas sobre suelo forestal. Y es que esta técnica ayuda, y mucho, "a recuperar suelos degradados o afectados por incendios forestales, contribuyendo también a prevenirlos".

El nuevo reclamo del turismo micológico

Hace 10 años, las setas eran un alimento desconocido y casi exótico para la mayoría de los gallegos, pese a que desde hace miles de años pueblan masas forestales. Hoy, este plato está presente en casi todos los restaurantes y en buena parte del área de frutería de los supermercados. Sus beneficios como alimento se suman, así, a los aportes que ofrecen a otras especies naturales. Al margen de su potencial comercial, el presidente de Fungocerga también ve en la micorrización de árboles y, por tanto, en el aumento de la producción de setas, un camino abierto para el turismo micológico. "Además, con ello los turistas disfrutan no solo del monte, sino que adquieren un mayor compromiso medioambiental", igual que los productores que deciden dedicarse a este tipo de cultivos.

En cualquier caso, Santiago Liñeira también quiere hacer hincapié en cómo deben recogerse las setas que han sido micorrizadas mediante la intervención del hombre. "Cuando tenga lugar la recogida, es mejor cortar el tallo en lugar de arrancar todo el hongo", puesto que sus hifas están unidas a las raíces del árbol con el que conviven, por lo que un ´tirón´ podría dar al traste con su simbiosis. "Para su transporte es imprescindible una cesta de madera y, a continuación, depositarlas en la nevera". Las recetas ya dependen del gusto de cada cual.