Las posibilidades de producción que ofrece la tierra son infinitas, no solo a nivel de variedad de especies, sino también a la hora de brindar nuevas oportunidades de negocio y de subsistencia. Entre los cultivos más clásicos, como los tradicionales hortícolas, se cuelan ahora nuevas alternativas, algunas experimentales, otras, con garantías de éxito ya corroboradas. Es, este último, el caso del nuevo proyecto que la familia de la lalinense María del Carmen González Varela tiene en mente: el cultivo de setas microrrizadas en superficies forestales. El objetivo es sacar un mayor rendimiento a sus fincas arbóreas y lograr no solo una nueva vía de ingresos, sino también la puesta en valor de un territorio y, de paso, ofrecer a Lalín un nuevo atractivo turístico.

La idea partió de Diego Iglesias, el hijo de María del Carmen, y, a la par, técnico de la asociación dezana de turismo Ouro Verde. En una de sus parcelas familiares en la parroquia lalinense de Doade prevé plantar dos variedades de hongos comestibles, el boletus y el níscalo, las más conocidas y las que más abundan en el mercado. "Dos biólogos y una ingeniera forestal han estudiado la finca y han determinado que es idónea para este tipo de plantación por su luminosidad, el ph del suelo, la orientación, etc,", explica. Aplicará el proceso de microrrización a pinos y castaños de una edad superior a los quince años situados en una extensión de unas quince hectáreas. "La producción es difícil de estimar", reconoce, ya que en ella influyen multitud de factores medioambientales. Con todo, hay estudios que cifran entre los 100 y los 150 los kilos de setas que pueden cultivarse por hectárea, de modo que si se cumplen las mejores expectativas, de su finca podría llegar a extraer unas dos toneladas de fruto.

Su proyecto prevé una inversión inicial de 33.092 euros, de los que 9.262 podrían ser aportados por el Grupo de Desenvolvemento Rural (GDR) Terras do Deza dentro de la partida de ´Diversificación de la economía y la mejora de la calidad de vida´. Si se confirma la subvención de la que está pendiente, "que debería de estar ya resuelta", comenzará a trabajar. Antes, el GDR hará un cultivo experimental en una finca piloto. Previsiblemente será el próximo marzo o abril y permitirá extraer las primeras conclusiones reales respecto a la viabilidad del cultivo en la zona.

Temor a la incineradora

De modo paralelo, Iglesias admite que, aunque los estudios iniciales lo ven factible y su idea es seguir adelante, está "sopesando" la posibilidad de descartar la iniciativa, debido al efecto que la instalación de la planta incineradora de residuos en O Irixo pueda causar el en el cultivo. "La finca está relativamente cerca de donde se ubicará y los hongos absorben metales pesados con mucha facilidad. No se sabe a ciencia cierta en que medida va a afectar ni tampoco si finalmente se llegará a hacer, pero no es una buena noticia", admite.

Si su idea sale adelante, tendría un plazo de ejecución de 18 meses, por lo que haría la plantación esta o la próxima primavera. Ahora sí, por la primera cosecha tendrá que "esperar como mínimo dos años", advierte el joven emprendedor.