Rafael Villar es el ganador del VI Premio Arume de Poesía para Nenos, que convoca la Fundación Xosé Neira Vilas, por su poemario Patente de Corso. El fallo del jurado dice que los corsarios de sus versos "no son violentos, sino más bien ingenuos".

-¿Puede interpretarse como un alegato en defensa de los auténticos valores de la vida, entre tanto videojuego y dibujos animados violentos?

-Si, se puede enfocar por ahí. Hay una lectura de fondo posible que tiene que ver con la reivindicación de los valores vinculados a nuestro tiempo, que están enfrentados a los que parece que se imponen hoy en día. El compañerismo, la solidaridad, frente a valores como la guerra o la injusticia. Patente de Corso es, en ese sentido, un ajuste de cuentas con el tiempo actual, jugando con la poesía infantil y con el humor.

-Ha declarado que se inspiró en su infancia, en sus orígenes a la vera del mar, pero ¿cuál fue su rincón físico de inspiración y cuánto tiempo empleó?

-Soy de escritura lenta, en general, pero cuando estoy con un proyecto, lo tengo inicialmente pensado en la cabeza. Tengo en mente, más o menos la estructura de lo que quiero contar e incluso la forma final. Lo que pasa es que en el trascurso de la escritura te vas apartando del guión inicial. Patente de Corso me llevó, entre una cosa y otra, cerca de un año, aunque no con dedicación diaria. Pero con el libro en la cabeza llevo, a lo mejor, más tiempo. Siempre tiendo a planificar mis libros, aunque con la poesía es distinto. En cuanto a la ubicación, el sitio es lo de menos, muchas veces en casa, o en otro lugar, pero sí necesito tener una intimidad.

-¿Qué se encontrará el niño, o los adultos, que abran su lilbro?

-Has apuntado una cosa que me gusta, porque a veces se piensa que la literatura infantil es solo para niños, y los mayores también pueden disfrutarla. Este es un libro de poesía infantil, pero también me encantaría que lo leyeran los adultos, que pueden ver claves que a lo mejor los niños no cogen. Lo que se va a ver es un mundo de todos conocido por el cine, por la literatura, que es el mundo de los piratas. Está, por otra parte, el mundo del mar y también quise darle una cobertura de humor y de lengua propia de la poesía. Traté de buscar un lenguaje bastante accesible, que se pueda leer con facilidad, pero no por eso no mantener la atención estética y la capacidad creativa que se nos supone a los que escribimos.

-¿Hay un único relato?

-Son varias historias. El libro está ordenado como si fuese un diccionario. La primera palabra del poemario es la ´A´, de abordaje. A partir de esa letra desarrollo historias diferentes, pero con el hilo conductor de los piratas. Son cerca de cuarenta poemas de una página de extensión cada uno, aproximadamente.

-¿Qué le gustaría provocar en sus lectores o qué cree que va a provocar?

-Cada lector es un mundo, pero, en primer lugar, espero que les guste, que la lectura les provoque satisfacción, que motive la risa. En definitiva, querría mejorar su estado de ánimo. Y provocar esa reflesión de la que hablamos sobre el mundo en que vivimos, los valores, qué poner en primer y en segundo lugar.