Natalio García verá reconocida el viernes su trayectoria emprendedora con un premio honorífico que le concede la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Pontevedra. La empresa que dirige, Cogal, integra doscientas granjas de Galicia, Asturias, León, Zamora y el norte de Portugal, sacrifica 100.000 conejos a la semana y facturó 43 millones de euros el año pasado.

–¿Cómo recibió la noticia de la concesión del galardón?

–¿A quien le amarga un premio? La verdad es que fue inesperado. Que venga de los jóvenes empresarios es, si cabe, más satisfactorio, porque quiere decir que ven en tu trayectoria un camino adecuado. Es muy bonito, lógicamente.

–¿Cuál cree que es su principal mérito como empresario?

–La trayectoria de Cogal ha sido siempre ascendente y muy coherente, diría yo, con la filosofía de un grupo de productores. Desde el inicio nos preocupamos por la profesionalización de los cunicultores, dotando a la cooperativa de un servicio técnico que ponía en las manos de los productores todo lo necesario para criar conejos, brindándoles las últimas novedades en el manejo y la producción, dándoles pautas a la hora de construir granjas..., siempre en consonancia con las exigencias en sanidad. Fue una progresión permanente.

–¿En qué considera que fueron pioneros o innovadores?

–La innovación fue siempre una de nuestras señas de identidad. Inventamos una jaula de reproducción, a la que dimos el nombre de Rodeiro, y otra de recría, el modelo Faro, que fueron muy novedosas en su día. A nivel de presentación, fuimos los primeros en envasar productos con atmósfera protectora (flow pack). Y somos la única empresa que tiene un acuerdo con la Fundación Española del Corazón, que respalda las bondades de la carne de conejo. También fuimos la primera industria que, mediante sistema RFID (transmisión de datos por radio), controlamos toda la trazabilidad del producto: Hoy coges una bandeja de Cogal en el supermercado y sabes de qué granja viene, de qué lote y de qué día. Además, apostamos por la diversificación, con la creación de un matadero de patos (2002).

–Resulta extraño que en 1985 apostasen tan fuerte por una rama pecuaria con tan poca tradición en la comarca y en Galicia.

–No era tradicional, pero a finales de los años 70 y principios de los 80 la cunicultura se puso de moda y aumentó el consumo. También influyó mucho el retorno de emigrantes a Galicia. Aparecieron muchas explotaciones, entre ellas, la mía. Entonces, un grupo de cunicultores nos dimos cuenta de que era un fiasco, porque no había infraestructura, tenían que venir mataderos hasta desde Andalucía; aquello era inviable. La necesidad agudiza el ingenio, así que constituimos una asociación de criadores de Galicia a la que luego dimos forma empresarial de cooperativa.

–¿Acusan la crisis actual?

–La crisis si que se nota, no nos va bien, como a todos en general. La gente está muy pendiente de las ofertas, hay que ajustar mucho los precios de venta, porque se consume muy poco. La cosa va muy justa, sobre todo por el gran aumento de los precios de los piensos.

–¿Cómo va la ampliación de las instalaciones de Rodeiro?

–Construimos recientemente una granja de reproductores y una experimental para probar determinadas cosas relacionadas con el manejo y la alimentación antes de instaurarlas en las demás granjas.

–Y los proyectos de futuro, ¿por dónde pasan?

–Tenemos en proyecto la construcción de una planta de biogás para tratar los desechos del matadero y los estiércoles de las explotaciones. De este modo, se extraería el gas del abono, con lo cual disminuiría la contaminación del suelo.

–Y, de paso, obtendrían ingresos adicionales por la comercialización del gas...

–Si, pero el motivo principal es la obtención de un abono que no contamina.

–¿Cuándo estará operativa?

–Por ahora el proyecto está en estudio, pero hay intención de que salga adelante pronto.