Extremeño de nacimiento, francés de origen y gallego de adopción. Así se define al artista José Silvent (1890-1970) que, casado con Emerenciana Fernández, recorría todos los puntos de Galicia, fuese verano o invierno, bien para actuar con sus marionetas o bien para hacer proyecciones de cine. Los títeres fueron los que dieron fama al matrimonio hasta el punto de que uno de sus personajes, Barriga Verde, acabó identificando a Silvent.

Esta marioneta, cincuenta años después de que cesasen sus espectáculos, es ahora motivo del documental en el que trabaja la productora audiovisual Tintimán, en el que compara al popular personaje –era el más sabio y cuerdo de todas las obras que protagonizaba– con otros similares europeos, como el Kaspar alemán o el Pulcinella napolitano. La producción estará terminada, según las previsiones, en otoño de este año. En esta recuperación del trabajo artístico de Silvent también está involucrada la compañía lalinense Viravolta Títeres, que se ocupa de la parte escénica y está enfrascada en recuperar la barraca de las actuaciones –en cuya fachada se podía leer Teatro Melodías de España– y algunas de las piezas que hicieron las delicias de varias generaciones y a las que la familia Silvent insufló vida. "Los herederos de Barriga Verde conservan muchas piezas y nos legaron media docena, entre las que se encuentran desde la entrada material para ver el espectáculo hasta un barco con varios marineros", explica uno de los fundadores de Viravolta, Anxo García.

Polilla y pérdida de color

Estos objetos se sometieron a un tratamiento para atacar la polilla así como para recuperar su colorido. "No queremos que se estropeen más, así que no se usarán en escena y estarán guardadas en vitrinas", en el Museo do Títere. En este trabajo de recuperación tuvo mucho que ver el actual presidente de O Naranxo, Luchi Iglesias, que se encargó de restaurar algunos de los elementos. La mayor parte de estos objetos, como el mencionado barco, se movían gracias a unas varillas colocadas en la parte inferior para dar sensación de movimiento.

Pero además, una de las muchas barracas que empleó la familia Silvent volverá también a la carretera. Se trata de O pavillón da risa, en cuya fachada se adivinan ya las atracciones que aguardaban, antaño, al espectador: música española, una sesión de malabarismo y, por último, los monicreques. Todo ellos en un lenguaje muy cordial y desenfadado, conforme mandaban las directrices de la República y del posterior franquismo. De ahí que, tanto en la barraca Teatro y Melodías de España como en la que tiene Viravolta se lea, también, "culto y moral". La construcción tenía y tiene un aforo para 100 personas. Por de pronto, esta recreación ya se ha dejado ver en localidades como en las fiestas de San Lucas, en Mondoñedo, o las de San Froilán (en Lugo), que en la primera mitad del siglo XX era una de las localidades con las entradas más caras para acudir a una de las funciones de Silvent.

Y si antes era el propio Silvent el que atraía al público vestido de payaso, ahora son dos cómicos los que se encargan de decir aquello de "pasen y vean". En el interior, el auténtico reclamo es, cómo no, el personaje de Barriga Verde. En cinco situaciones diferentes el monicreque, armado de cachiporra, se encarga de imponer orden entre las risas de un público que, lo sea o no, se divierte como un niño.