A estas alturas, resulta casi imposible entender qué pasa en A Estrada con el Plan Xeral sin interpretar la situación en clave política. Son ya muchos los años de espera. Y de parálisis. Buena parte de los estradenses están ya cansados de anuncios que se repiten, de trámites que se enquistan, de compromisos que voces autonómicas y municipales aseguran a las puertas de cada proceso electoral. Plazos que no se cumplen y que pronto se acompañan de cruces de acusaciones que al final nada aportan. El PXOM se ha convertido en los últimos años en una pelota que pasa de un tejado a otro, un balón al que le resulta imposible avanzar sobre un embarrado campo político, un terreno de juego en el que unos y otros han querido hacerlo entrar.

El documento urbanístico ha venido siendo caballo de batalla en las últimas elecciones municipales. Los ciudadanos han asistido a acusaciones de incapacidad entre los políticos locales para sacar adelante el PXOM. Han visto cómo se denunciaban zancadillas entre gobiernos de distinto color político y también cómo, primero el PP y luego el PSOE, no lograron el plan pese a contar con gobiernos "amigos" en la Xunta.

Este caballo de batalla está ya cansado y muy manido. Sin embargo, parece estar llamado a una nueva contienda electoral. El gobierno local remitió el PXOM a la Xunta el pasado 18 de febrero, pese a que la consellería le advirtió en diversas ocasiones de que debía adaptarlo a la nueva Lei do Solo. Recibido el plan, la consellería tenía un plazo máximo de tres meses para pronunciarse. Le sobró tiempo. Si el bipartito hubiese echado sus cuentas al enviar el documento urbanístico a la Xunta para obtener una respuesta sobre la aprobación definitiva del Plan Xeral a las mismas puertas de la jornada electoral –el plazo se cumplía el 18 de mayo, en la misma semana de la cita con las urnas–, la ficha que ayer movió la consellería habría echado abajo sus cálculos.

La propia edil estradense de Urbanismo cifró ayer en la friolera de 31 años el tiempo de espera por un Plan Xeral que se necesita para sacar adelante proyectos como la ampliación pública del polígono industrial, la construcción de una residencia, el nuevo edificio de juzgados, la solicitud de una nueva ponencia de valores catastrales para el casco urbano o para algo todavía más básico: reactivar a un ritmo normal para un municipio de estas dimensiones y posibilidades una reprimida actividad constructiva.

Hace ya tiempo que la mayor parte de los estradenses se perdieron en la farragosa y dilatadísima tramitación del PXOM. A quienes aguardan el documento urbanístico para construir una casa, comprarse un piso o asentar su empresa les sobran pasos, culpas y explicaciones. Solo quieren hechos. Que los plazos se cumplan. Que un año sean doce meses y que el calendario electoral deje de ser un obstáculo. Que el PXOM sea una herramienta. No un arma política. No una estrategia.