Buena parte de los 1.215 metros del túnel de Vilar do Xestal, en la aldea del mismo nombre de la parroquia de Noceda, transcurren justo por debajo de donde, hasta hace dos años, se asentaban las viviendas de media docena de familias. Hoy, de esos seis vecinos tan sólo dos residen en las inmediaciones. "Los demás se fueron para Carragoso o Taboada, con sus familiares", recuerda José Lamas Penela, a quien el Tren de Alta Velocidad (TAV) le llevó una antigua vivienda y un galpón que tenía para sus tres vacas.

El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) le comunicó a él y a los demás vecinos su intención de derribar las casas allá por 2004, ya que las obras comenzarían a finales del año siguiente. Por aquel entonces, la familia de Lamas ya disponía de otra vivienda en una finca heredada, al otro lado de la carretera. "Decidimos vender los animales porque, si los traíamos, teníamos que construir un foso y traer la ordeñadora". Aun así, este vecino tuvo que levantar un nuevo cobertizo y comprar alguna finca más para evitar que la pista que conducía a la escombrera de las obras dividiese su propiedad en dos. Las nuevas parcelas, que suman unos 800 metros, supusieron un desembolso de 6.000 euros. También se salvó de la división inicial de dicha pista la carballeira del lugar, gracias a que estaba clasificada como suelo urbanizable.

No corrieron la misma suerte alguna que otra finca próxima a las viviendas expropiadas y que también se confiscó, de modo que lo que antes del TAV eran cultivos y zonas para pastoreo del ganado ahora son terrenos yermos que sus propietarios visitan de vez en cuando. "Algunos vienen a misa los domingos y nos hacen una visita. Mantenemos el contacto por teléfono pero es muy duro volver a empezar de cero", recuerda Ramona Areán, que se crió en el lugar. Ella y su marido, Manuel Villamil, también decidieron quedarse en Vilar do Xestal, pese a que poseen un piso en el casco urbano de Lalín. La llegada del tren supuso el derribo de sus dos casas así como de un hórreo "por el que nos pagaron 1.000 euros", muy lejos de los 6.000 que cuesta el nuevo que luce en su parcela, levantada varios metros más abajo de la ´zona cero´ y a la que hubo que dotar de un pozo nuevo.

Al igual que su vecino, la pareja prefiere no concretar cuánto recibió por la expropiación y ataja la pregunta con un "pagaron lo que quisieron" y, en muchos casos, muy tarde e insuficiente para afrontar los gastos para edificar un nuevo techo. José Lamas tardó en cobrar la indemnización un año y medio y todavía está pendiente de percibir otra compensación por el daño que sufrió la estructura de su actual vivienda durante las voladuras, otra de las polémicas del TAV en Vilar do Xestal. Ya durante la construcción del túnel, los vecinos se quejaban de que las mediciones de los seísmos que causaban los explosivos estaban trucadas y se realizaban sin previo aviso. Hoy, la familia de Lamas está a la espera de que el Adif cuantifique los desperfectos, toda vez que un notario contratado por la familia ya hizo este trámite. Las grietas también traían de cabeza a Berta Rozas que, aunque no sufrió el hecho de perder una vivienda, sí veía como la suya, vecina de la actual residencia del matrimonio Villamil Areán, sufría importantes daños en su estructura. No obstante, parece ser que no serán abonados por el Adif porque la construcción no cumple determinadas condiciones para dicha compensación.

Pintadas

Las obras de Vilar do Xestal están incluidas en el tramo Baxán-Anzo y su grueso se remató hace cosa de un año. Ahora la empresa adjudicataria, Ferrovial, se ocupa de cuestiones ´menores´ como la electricidad del trayecto y la colocación de piedras en algunas zonas para evitar desprendimientos. De la lucha que protagonizaron los vecinos desde 2007 con el gigante del Adif quedan recuerdos como las pintadas en una marquesina en la que se reclaman los pagos de las expropiaciones. En la retina de los afectados también se conservan otras estampas, como aquel octubre de 2008 en el que consiguieron parar las paleadoras como protesta porque sólo habían cobrado el 60% de la cantidad acordada.