Fueron memoria viva del horror que supuso la Guerra Civil, quisieron dejar constancia escrita de sus recuerdos y fallecieron el mismo día. Rogelio Arca y Herminio Barreiro expiraron el sábado, a los 97 y los 73 años de edad respectivamente, y esta tarde serán inhumados.

Los restos mortales del cerdedense Rogelio Arca se velan en el tanatorio de Cerdedo y a las 17.00 horas de esta tarde serán conducidos a la iglesia de San Martiño de Figueroa para el funeral y su posterior inhumación. Los de Herminio Barreiro, que se velan hasta las 14.00 horasen la sala 3 del tanatorio del Hospital Clínico. serán incinerados en la intimidad familiar. Luego, sus cenizas se inhumarán a las 17.00 horas en el cementerio de la iglesia de San Clemente de Sisán (Ribadumia). Serán dos despedidas parejas para dos víctimas de la represión posterior a la Guerra Civil ligadas a Cerdedo.

Rogelio Arca era uno de los cerdedenses que participaron en la Guerra Civil, dentro del bando republicano, y sus memorias manuscritas dan testimonio del baño de sangre que supuso la Guerra Civil. Hijo de Francisco Arca Valiñas, el presidente de la asociación de agricultores y oficios, afiliada al sindicato de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) con sede en Deán, Rogelio luchó en el frente por sus ideales y sus recuerdos del 29 de marzo de 1939 eran especialmente sombríos. "Na rendición xúntase o ceo coa terra", relató en 2003 a esta Redacción. En el campo de concentración de Teruel permaneció 6 días sin agua y comiendo sólo dos sardinas por día. Volvió a Cerdedo con un salvoconducto pero todos los días, a las 8 de la mañana debía presentarse en el cuartel de la Guardia Civil. Al mes y medio, le obligaron a incorporarse a los batallones disciplinarios, convirtiéndole en carcelero de sus propios compañeros. Recortaron la tela metálica que los separaba y Arca remitía a sus familias su correspondencia en "Arxina", el "verbo dos canteiros" para burlar la censura. Muchos años después, vivió el día de la llegada de la democracia a España como uno de los más felices de su vida porque "o ben máis preciado é a liberdade".

Como él, compartía su fe en la humanidad el profesor emérito de la Facultad de Ciencias da Educación de la Universidade de Santiago Herminio Barreiro. De hecho, su epitafio reza: "morro cunha fe cega no progreso da humanidade". El pasado año presentó su libro de memorias, intimista, "Recordar doe", publicado por Xerais. Hijo de maestros, Barreiro vivió en primera persona siendo un niño las penalidades derivadas de la represión que padecieron sus padres por sus ideas republicanas. Su padre fue encarcelado y su madre destinada a la escuela de Meilide (Cerdedo), en la que se hacinaban entre 40 y 50 niños de 6 a 12 años atendidos por una sola maestra: su madre. Aunque inició la redacción de su libro "case con espírito deportivo, mesmo con ledicia", cuando avanzó en su labor sintió cierta desazón. Ese "regusto amargo" se traslucía en sus memorias. "Non é que eu pasase fame ou penurias económicas pero si que foi un tempo de penurias morais", relataba en 2009 a FARO. "Os meus pais vivían coa sensación de que foran derrotados só polo feito de ter unhas ideas". concluía.

Rogelio Arca vivió con emoción el homenaje con el que Verbo Xido recuerda cada año el asesinato de su padre. Y Herminio Barreiro presentó su libro en Cerdedo de la mano de Verbo Xido. El colectivo lamentó ayer profundamente la pérdida de ambos.