Coches antiguos estacionados en las calles Soto y Vázquez, A Roda sobre el escenario y las sillas de la plaza Juan Carlos I ocupadas por un público mayoritariamente entrado en años. La estampa podía verse a mediodía de ayer en Vila de Cruces. Como si el tiempo se hubiese detenido. Como el año pasado, y el anterior, y el otro, y el otro más... Y es que los tres son ya ingredientes básicos de la Festa Gastronómica do Galo de Curral. "E que eu se non está A Roda non veño", refrendaba un asiduo de la cita culinaria que volvió a reunir a miles de personas en Vila de Cruces. La afluencia se resintió con respecto a la anterior edición. "A crise, hai menos xente pola crise", justificaban algunos. Otros apuntan a la repetición de una fórmula que empieza a demandar cambios. Lo cierto es que desde la propia organización se admitía una bajada en la afluencia, cifrada en algo menos de las 7.000 personas de 2009.

Tras la gala y el festival electrónico de la víspera, la villa se desperezó al ritmo de música tradicional del grupo O Arco de Merza y de la Banda de Gaitas do Concello de Forcarei. También desde primera hora de la mañana las calles empezaron a poblarse de automóviles de otra época, como cuando el municipio era conocido por su oro gris, aunque entonces raramente se veían bólidos de ese calibre por estos lares. Puestos de comida (pulpo, churrasco, carne ao caldeiro... o los clásicos churros), de ropa, calzado y complementos y atracciones infantiles jalonaban el paseo desde la plaza consistorial hasta el Campo da Feira. Allí podía contemplarse una exposición de una treintena de gallos, gallinas y pollos de la raza gallega de Mos criados en Cruces, o degustarse el plazo ensalzado.

La llegada de varios autobuses de excursionistas de la tercera edad llenó rápidamente las sillas de la Praza Juan Carlos I, en donde a mediodía comenzó la actuación del grupo folk vigués, un clásico de la fiesta desde sus inicios. Fue entonces cuando las autoridades fueron ocupando los primeros puestos del improvisado auditorio, con el alcalde cruceño, Jesús Otero, a la cabeza. Entre los demás invitados de honor figuraban los hermanos José y Antonio Crespo, alcalde de Lalín y director xeral de Desenvolvemento Rural, respectivamente; el diputado y edil lalinense Román Rodríguez; o el regidor de Agolada, Ramiro Varela.

Otra habitual del festejo, Mari Carmen Mella, hizo de maestra de ceremonias, y lo hizo en castellano por deferencia hacia los "muchos turistas" presentes. Dio a conocer los tres primeros premios del concurso de gallos de Mos criados en el municipio: Nicolás Castro Rodríguez, Florentino Varela Mato y Evaristo Rodríguez da Torre. El segundo, en calidad de presidente de la Asociación de Criadores O Agro, recogió los tres diplomas de manos del concejal Manuel Souto.

El rey, Cielito lindo, México lindo y querido o Jalisco, en honor a su tierra natal, fueron algunos de los éxitos interpretados por Los Mariachis Domínguez, que encandilaron al público por segundo año consecutivo. Hacia las dos de la tarde, con notable retraso sobre el horario previsto, saltó al escenario el pregonero, José Manuel Rodríguez Puente. Isi, como es más conocido, recordó que ya había estado en Vila de Cruces hace una década, cuando aún no era conocido por sus apariciones televisivas, con la obra de teatro Un morto moi vivo. Vinculó al municipio dezano con el suyo, A Estrada, pues el origen del nombre de ambos es "un cruce de camiños". Y recordó, siempre lo hace, a sus tres madres: La biológica; la adoptiva, una maestra fallecida hace tres años, a los 93; y una tía que lo crió. "Tres nais e meu pai négame, e iso que son cuspidiño, como o do Cordobés", bromeó. Animó a la concurrencia con diez minutos de su inagotable anecdotario familiar, como cuando sus gallinas estiraban el gaznate después de haberse zampado a palo seco los polvorones sobrantes de una Navidad que les había echado una de sus madres.

Actuó luego la cantante de O Incio (Lugo) Lucía Pérez, que ya había estado en la villa cinco años atrás, cuando era una jovencísima promesa emergente. Ayer regresó con su cuarto disco en el mercado y después de haber sido dos veces finalista del festival internacional de Viña del Mar (Chile), pero con la misma voz angelical modulada por la experiencia. Tras media hora de actuación junto a su productor Chema Purón, se fue "coa despedida máis bonita xamais escrita", acariciando el Adeus ríos, adeus fontes... de Rosalía de Castro ante un auditorio ya casi vació. "A xente marchou porque ás dúas e media estaban cargando os autobuses, e ademais tiñan fame", justificó la presentadora ante una Lucía Pérez visiblemente contrariada por la espantada del público, que le hizo pagar los platos rotos del retraso de un programa sobrecargado, a pesar del agradecido tijeretazo que le metió este año el concello.

Por lo que se refiere al aspecto culinario de la fiesta, destaca la degustación de gallo de corral, que se consolida como uno de los atractivos del evento. La organización había cocinado cerca de una treintena de aves al estilo tradicional para servirlas en forma de ración, al precio de tres euros. En el puesto situado junto a la plaza se vendieron unas 450, mientras que otras 45 se despacharon en la feria.

También se pusieron a la venta una treintena de gallos sacrificados junto a la plaza de abastos, de los que fueron adquiridos la mitad. Hubo muchos visitantes que prefirieron degustar el producto preparado en alguno de los restaurantes y casas rurales de la zona. El ágape oficial se celebró en Bar Lodeiro (Gres).