"A veces, a lo mejor, fui un poco bravo", admite Ramón Campos. Acompañado por su mujer, Teresa Bascuas, el ex alcalde de A Estrada desnuda su alma. A punto de cumplir 80 años de vida y 3 como ex regidor local, hace balance de su vida privada y pública, con la ilusión de quien aguarda el homenaje que sus amigos le preparan para el 10 de abril.

Para evitar "posibles malentendidos" quiere dejar claro que las puertas de su homenaje en Sala Gradín están abiertas a todo aquel que quiera arroparle. "El que quiera venir, que venga", invita, puntualizando que en el convite no habrá "nada de nada de nada de política". Sólo "amigos", previsiblemente muchos de aquellos a los que hizo "muchísimos favores", que no perjudicaban a nadie.

Hoy, retirado de la vida pública afirma: "yo estoy caput en política", "aislado" de una actividad en la que "estuve 16 años y me llegó bien". Ahora prefiere seguirla por la prensa y "opinarse" a sí mismo. Por eso, no volvió a hacer declaraciones públicas.

Se siente "muy dichoso". Padre de dos hijas, abuelo de 3 nietos y bisabuelo de una niñita de unos meses, prefiere disfrutar de los pequeños placeres de la vida: la compañía de su gran colaboradora, su mujer Teresa; los exquisitos platos que ella elabora; sus preciosos cuadros; los paseos que ambos dan; los "muchos amigos" atesorados a lo largo de toda una vida; la música y sus estancias en San Vicente del Mar y Argentina.

Ahora no madruga. Hace la compra, disfruta de sus aficiones y ve con satisfacción cómo ya casi alcanza los 80 años con plenas facultades. Los recuerdos se agolpan en su "memoria de caballo". Tal vez por eso, ha comenzado a tomar notas para escribir sus memorias. Lo hace en el desván de su casa de Bedelle, el antiguo "barrio da caña", como recuerda, entre risas, que le llamaban por la afición a empinar el codo de algunos frioleros de la zona en épocas pretéritas, en las que no había calefacción.

"Yo quieto no sé estar. Puede que porque empece a trabajar a los 14 años", aventura. Hijo de sastre y de modista, los exiguos ingresos de su familia no le permitieron estudiar, como le hubiese gustado. De ordenanza de la Seguridad Social por las mañanas -en tanto que estudiaba el Bachillerato por las tardes- pasó a jefe de la oficina en pocos años.

En política entró a mediados de los 70 cuando para ello "te cogían a lazo". Con él lo hizo Mario Blanco, que lo fichó para la junta de gobierno local, no de "firmón para el pleno". Después, a principios de los 90 llegó a alcalde. Tras muchas "rabias" y algunas lágrimas, hace balance: "nací en A Estrada, en ella viví y en ella quiero moriri. Hice lo que pude e hice lo que supe".