Una treintena de vecinos y socios de la Asociación de Empresarios de Deza (AED) acudieron ayer a la charla del biólogo y catedrático por la Universidade de Vigo, Salustiano Mato de la Iglesia. El también ex director de I+D+i en la Consellería de Industria durante el bipartito abordó las nuevas tecnologías para el tratamiento de residuos orgánicos, entre los que se encuentran tanto los procedentes de actividades agroganaderas como en las industrias alimentarias –que producen más biogás por la presencia de grasas– o los residuos sólidos urbanos (RSU).

Tras eliminar los contaminantes de estos restos, una de las opciones de tratamiento es la biomasa, pero el problema de la quema de materiales radica en que produce demasiado dióxido de carbono y es preciso tratar las cenizas resultantes, que son un residuo tóxico peligroso.

La segunda alternativa es la llamada "digestión anaeróbica", mediante la que primero microorganismos y después bacterias descomponen el material para producir biogás. El remanente final es un lodo que no puede usarse como abono orgánico debido a que aún guarda elementos energéticos. Esta sistema puede utilizar más o menos agua –enriquecida con purín o nitrato– para diluir los residuos. Mato calcula que con restos vegetales el 65% de los mismos pueden convertirse en metano, de modo que con 1 Tonelada de sólidos se obtienen 120 kilovatios de energía.

Abono de calidad

Mato, que participó en numerosos proyectos en los Estados Unidos, insistió en las bondades del compostaje como técnica de tratamiento que al final obtiene fertilizantes orgánicos, por lo que no produce ningún residuo, a diferencia de los anteriores. Para obtener compost pueden usarse sistemas abiertos –se coloca el material en pilas o mesetas, pudiendo revolverlo o no–, semiabiertos o cerrados. En estos últimos se engloban los reactores dinámicos y estáticos, una especie de túneles que pueden tratar gran cantidad de residuos por día. En ambos casos, al ser un sistema cerrado no emite olores, pero su inversión en obra civil y tecnología es muy elevada. En el compost, de cada 160 toneladas de residuos que entran para su tratamiento, al final se reducen a 22, que serán vendidas como abono de calidad, mientras que el resto podrá volver a la cadena inicial.