Una hora para forzar la cerradura de la puerta de madera, acceder a la vivienda y comprobar que estaba deshabitada. Ése fue el tiempo que precisaron tres funcionarios del Concello de Lalín y los dos policías locales para autorizar el derribo parcial de la conocida como Casa do Curro, en el número 32 de la parroquia lalinense de A Barcia. El inmueble estaba ocupado hasta hace sólo quince días por la viuda y un hijo del casero que durante años cultivó las fincas de los antiguos propietarios de la casa. Aunque su mal estado había empeorado durante el invierno debido a los temporales, madre e hijo se resistían a abandonar un hogar que presentaba todas las condiciones de infravivienda: parte del techo estaba levantado, la chimenea se había desplomado sobre el suelo y los cristales rotos de las ventanas habían sido sustituidos con plásticos o cartones.

Al riesgo que suponía vivir dentro de este domicilio se sumaba el de pasar junto a él por el camino de servidumbre que da acceso a la construcción colindante, debido a que la mayor parte de las tejas están sueltas y, desde fuera, se puede comprobar cómo las vigas de madera van acusando el paso del tiempo. Los propietarios de ambas viviendas se quejaban ayer del progresivo deterioro en de la Casa do Curro, “pois os caseiros incluso tiñan tella para reparar o tellado, e vendérona en vez de empregala”, apuntaban.

Pese a que su mal estado era evidente, el concello tenía que entrar en la vivienda para comprobar que estaba vacía y qué tipo de enseres se hallaban en ella. Pero no fue tan fácil, ya que la puerta de madera había sido cerrada por dentro y después se le quitó la cerradura. En torno a las 11.00 horas se localizó a un cerrajero de la zona, al que el propietario de la casa facilitó los enseres para poder forzar la puerta causando el mínimo daño en su estructura. Las dificultades para acceder a la vivienda incluso llevaron a pensar en la necesidad de llamar a los bomberos.

Finalmente, la puerta cedió para dejar ver en su interior escasos enseres, que serán amontonados en el exterior de la casa por si sus antiguos residentes desean recuperarlos. La mujer vive ahora con otros familiares en otra parroquia de Lalín.