Que el gobierno socialista de Silleda lleva tiempo jugando a la ruleta rusa es más que una obviedad. Pero cuando las disensiones internas parece que comenzaban a solventarse, al menos en parte, algunos parecen interesados en colocar otra bala más en el tambor para rematar definitivamente el conglomerado creado ex profeso para sacar de la alcaldía al PP y abrirle la puerta a los populares para su retorno al gobierno sólo dos años después. La discreción con la que la alcaldesa, Paula Fernández Pena, pretendía llevar las negociaciones con sus propios ediles, los no adscritos y el BNG han sido reventadas intencionadamente desde dentro sin calibrar las consecuencias que podrían tener, y que no son otras que el desmoronamiento definitivo del ejecutivo.

Los próximos días van a ser cruciales para el futuro de este gobierno y para la vida política de sus integrantes. La mandataria apeló sin éxito a los compromisos adquiridos “por todos” ante la ciudadanía al ganar las elecciones y, aunque no quiere valorar el estado de las negociaciones con sus ediles, los no adscritos y el Bloque, sí pretende agotar todas las vías posibles para llegar a una solución negociada que satisfaga a todos.

Mientras los ediles Javier Cuiña y Ofelia Rey apelan a que haya acuerdos,para lo que Pena debe valorar sus reivindicaciones, el papel del edil Gerardo Lázara es el que siembra más dudas. Además de que no sentó bien su indiscreción en algunos asuntos, un mes después de afirmar que incluso entregaría su acta a la alcaldesa -y responsable local del PSdG- para reestructurar el gobierno, ahora ya no lo tiene tan claro. Simplemente, mantiene que “Paula sempre terá o meu apoio”. Ya en su día poco había contribuído a formar un gobierno estable su lectura de los resultados electorales, con alusiones a la “desaparición” de la Cantidatura Independiente por Silleda (CIS), indispensable entonces para que el PSOE sextuplicase su presencia municipal, o desprecios hacia un BNG cuya representación estimaba residual. Ahora admite que las discrepancias en el ejecutivo fueron frecuentes y que “as cousas, aínda que están moi difíciles, poderían arranxarse”. “Se seguimos buscando culpables, mal imos”, asevera. Incluso dice que no fue citado a alguna de las reuniones que Pena pretendía convocar con los tres grupos de ediles -por separado-, pero que irá siempre que la alcaldesa lo reclame.

Pena prefiere no entrar a valorar este desencuentro. que viene de lejos. De hecho, y aunque incluso le concedió la única dedicación exclusiva, designó a Manuel Cuiña como teniente de alcaldesa y lo convirtió en su mano derecha. Mientras tanto, la alcaldesa seguirá ostentanto las responsabilidades en todas las áreas, ya que no tiene delegadas competencias e intentará llegar a acuerdos puntuales para concluir este mandato. Tampoco se puede descartar una cuestión de confianza o incluso su dimisión -ya dijo hace semanas que ella sí tenía oficio-, si sus esfuerzos por garantizar un gobierno estable no llegan a concretarse.