La Bienal Laxeiro, que alcanzará una nueva edición en el mes de mayo, va a cambiar de formato y dejará de tener una participación abierta a todos los artistas, con lo que se pretende ganar en prestigio al contar exclusivamente con obras de pintores y escultores reconocidos. Así, el certamen pasará a ser una muestra cerrada en la que estarán presentes apenas una veintena de obras elegidas por un comité de asesores entre los que figurarán el cartelista de la próxima Feira do Cocido, Jorge Castillo, o el comisario de la Bienal, Daniel Fernández, entre otros.

La intención de la organización es cambiar el concepto de esta cita artística para que deje de languidecer y gane en prestigio. Además, al igual que le gustaba al fallecido pintor del que toma el nombre, se combinarán a artistas consagrados con otros jóvenes que comienzan a despuntar. La idea es que tomen parte dos ó tres de cada provincia gallega y que entre todos aporten una veintena de obras a esta cita. Otra de las ideas, que diferenciará a la próxima Bienal de la de años anteriores, es la posibilidad de instaurar un premio que consistiría en que la obra ganadora pasaría a engrosar los fondos del concello a cambio de una cantidad en metálico por determinar. Así, se proyectará una iniciativa con mayor prestigio y con muchos menos gastos que en ediciones pretéritas, algo que el ayuntamiento lalinense ve con buenos ojos por la actual crisis económica, que también se está notando con fuerza en las arcas municipales.

También se pretenden aprovechar estas citas bianuales para homenajear a otros artistas gallegos amigos de José Otero Abeledo Laxeiro. En principio, la apuesta para esta remozada edición es la del silledense Manuel Colmeiro, que contaría con un espacio destacado en la muestra, centralizada, por supuesto, en el Museo Municipal Ramón María Aller.

Concurso para jóvenes

No obstante, desde la organización tampoco se pretende cerrar la puerta del todo al descubrimiento de jóvenes talentos del campo artístico y, en este sentido, está en estudio la posibilidad de convocar un concurso específico para ellos en los años en los que no haya Bienal. De este modo, se llenaría ese hueco y el concello contaría con actividad artística todo los años, intercalando la gran cita con el certamen de promesas. Además, el concurso sería muy asequible económicamente, puesto que el máximo galardón sería la participación del ganador en la Bienal del año siguiente.