Situado en la parroquia de Santa Eulalia de Losón (Lalín), en la orilla del río Deza, el santuario de Nosa Señora do Corpiño se convierte cada 23 y 24 de junio en la tumba del espíritu maligno. El sinuoso camino hacia el templo advierte al peregrino que se encuentra en un lugar singular. Tenderetes con música pirata, ropa de mercadillo y, por supuesto, carpas donde degustar el inevitable menú compuesto por pulpo á feira y churrasco dan la bienvenida a la romería donde se dan cita, entre otros, todos aquellos con la paz espiritual o corporal perturbadas en busca del consuelo de una Virgen que estrenó manto, por lo que no se permitió al gentío colgarle billetes.

La misa solemne de las doce de la mañana es el momento culminante de una tradición que se remonta al siglo XII, cuando unos pastores observaron un resplandor en la vegetación y, acercándose, reconocieron a la madre de Jesús con su hijo, y un ramo de flores. Años más tarde, la creencia popular atribuyó a la Virgen poderes sobrenaturales sobre locos y enfermos. Ayer, la procesión que siguió a la celebración religiosa presidida por Alfonso Carrasco, obispo de Lugo, contó con una de esas escenas de histeria colectiva que tanta fama han dado a esta festividad. Una joven con evidentes trastornos mentales protagonizó el instante más tenso del recorrido de la imagen por los alrededores del templo. Tras pasar por debajo del anda de la Virgen ayudada por varios familiares, la chica recibió la bendición del prelado, que lucía la mitra y el báculo propios de su rango, entre espasmos y contracciones. Varios peregrinos presenciaron el incidente, que se resolvió con la repetición del ritual.

Márketing

La vertiente publicitaria de la romería de Nosa Señora do Meigallo (como algunos llaman a la advocación) no escapa a nadie, y menos a los anunciantes. Son varios los puestos donde se ponen a la venta exvotos de cera en el entorno del templo. Sin embargo, la tienda "oficial" del santuario es la que se lleva la palma en cuanto al márketing desplegado. Andaluces y catalanes se afanaban en la mañana de ayer por hacerse con un recuerdo que llevarse a su tierra del paso por el santuario dezano. La fachada del establecimiento comercial lucía sendos anuncios del museo etnográfico Casa do Patrón, en Doade, y de la próxima excursión organizada por el párroco de Vila de Cruces, que este año recalará en Barcelona y Zaragoza, entre otros puntos de la Península Ibérica.

Poco antes de las tres de la tarde, la Virgen regresaba a su templo escoltada por cientos de acólitos en una comitiva que cerraba la Nova Banda de Vilatuxe. En los exteriores del santuario, una niña con rasgos orientales contemplaba lo sucedido mientras exigía a su rubia madre algo de comida y bebida. Cerca de allí, Manuel, un leonés con residencia en la comarca dezana no ocultaba su decepción ante lo visto en presencia de su esposa: "Pensábamos que sería otra cosa", sentenció. Sin embargo, para José e Isolina, venidos desde Corme, el día fue de lo más completo porque "botamos o meigallo fora, e imos comer pulpo", decían entre risas.