Del incendio ocurrido el lunes en el edificio Dorna de Vilagarcía, son muchas las impresiones que aún quedan en la retina de los vilagarcianos. Entre ellas se rescató la imagen de un joven policía nacional con su oreja quemada y tiznado por haberse metido en la zona de peligro con el fin de evacuar a los vecinos. Se trata de Javier G.S. de 28 años, natural de la zona, un poli por vocación de servicio al ciudadano que, a pesar de su juventud ya cuenta con una medalla al mérito, con distintivo blanco, por haber rescatado de las llamas a una anciana en un incendio en Barcelona.

Javier G.S. acredita experiencia en intervenciones policiales ya que su primer destino fue el barrio chino de Barcelona, donde trabajó tres años. Posteriormente fue destinado otros tres años al País Vasco, donde estuvo en el servicio de Información, del que resultaron varias operaciones contra el terrorismo. Hace un año escaso decidió volver a su tierra natal para cumplir el gusto de su madre, ya que es hijo único y estaba muy preocupada por sus destinos. Está a gusto aquí, pero considera que es un lugar muy tranquilo para su temperamento y vocación asistencial.

"Yo soy policía a secas, no funcionario de policía. Me gusta ayudar a la gente. Cuando me avisan para un servicio no pienso en el riesgo que puedo correr. Nuestra misión es preservar la vida de los ciudadanos, evacuar el edificio y facilitar la acción de los servicios contraincendios", explicó Javier G.S.

El pasado lunes estaba de patrulla con un policía en prácticas en Vilaxoán cuando sobre las 10 de la mañana recibió la llamada de que había un incendio en un edificio de la calle Juan Carlos I. Las dos patrullas de la Policía Nacional fueron las primeras en llegar al edificio, quedándose sus compañeros en el bajo para acordonar la zona, mientras Javier G.S. y su compañero subían. Dado que su pareja de trabajo está en prácticas, decidió pedirle que se quedara esperando en la séptima planta y subir solo a la octava, donde se inició el incendio. Allí se encontró con Víctor Manuel Cordo que sacaba a su hija del piso, aún medio aturdido y a su madre gritando en el rellano, víctima de un ataque de nervios. Los atendió y los envió con su compañero al séptimo piso, mientras él continuó para comprobar que en la planta no quedaba nadie. En ese momento le cayó algo ardiendo en la cabeza, alcanzándole la oreja. Cuando lo quiso desprender se dio cuenta que estaba pegado a la piel.

Aún así continuó su trabajo y desalojó del séptimo piso a una anciana que tenía la pierna escayolada, llevándola en brazos escaleras abajo hasta la cafetería de la planta baja. Entonces su superior le dijo que fuera a curarse la herida, pero en ese momento les informaron de que el fuego había alcanzado los trasteros del otro edificio y que era conveniente evacuar a todos sus vecinos. Volvió a subir para desalojar el otro inmueble y, cuando se cercioró de que todo estaba en orden, accedió a ir al Hospital, donde fue atendido por las quemaduras en la oreja y cara y síntomas de asfixia.

El joven policía fue dado de alta a las dos de la tarde y volvió al lugar del incendio para seguir con sus compañeros hasta las 6 de la tarde. Sus jefes lo proponen para recibir una medalla al mérito.