El día grande de Santa Rita se convirtió en una palpable demostración de la fidelidad que se genera en torno a lo divino. La conocida como "abogada de los imposibles" renovó su veneración en un día en el que la fe ganó claramente la partida a la incredulidad en Vilagarcía.

A las seis de la mañana la capilla del convento de Vista Alegre se convirtió en lugar de peregrinación de centenares de personas. Ya fuese por agradecimiento, petición o simplemente para renovar sus votos de fidelidad, hubo incluso que marcar con vallas los carriles de entrada y salida de los fieles para que la fe y el orden conviviesen en perfecta armonía.

Las misas se fueron sucediendo cada hora en medio de una expectación creciente. Incluso Protección Civil estableció una base sanitaria de atención primaria para atender casos de mareos o lipotimias. No faltaba detalle como precaución.

La ceremonia de las diez de la mañana constató que el aumento de personas era una realidad. Las peticiones por seres queridos enfermos o incluso por solución a difíciles situaciones políticas, como las de Venezuela, como reconocía una devota venida desde el país caribeño. Hasta de Miami se registraron visitas en Vilagarcía y, como no podía ser de otra manera, de cualquier punto de Galicia.

La misa cantada fue otro de los momentos de mayor actividad en la capilla. Allí, donde se retiraron los bancos para poder dar cabida a un mayor número de fieles, no faltaron las velas que tenían que apagarse a la entrada en el templo. Sus formas, muchas de ellas con partes del cuerpo como motivos, simbolizaban la causa del ofrecimiento a Santa Rita.

Ya por la tarde, todavía se celebraron dos misas más antes del momento cumbre de la jornada que no fue otro que la procesión. Desde muchos minutos antes del inicio de la misma, la gente fue formando un denso cordón humano para marcar el pasillo a la imagen y a sus costaleros. El respeto era máximo ante la presencia e incluso se vieron imágenes de fieles desprendiendo alguna lágrima a su encuentro con Santa Rita.

El acercamiento de la procesión desde el convento de Vista Alegre con la imagen de San Agustín marcando el paso, se convertía en una muy buena perspectiva para constatar la altísima concentración de devotos registrada en Vilagarcía, como viene siendo habitual cada 22 de mayo.

Muchas fueron las personas que quisieron acompañar a la Patrona de los Imposibles en su paseo anual. Los que lo hicieron asentaron la decisión de su presencia desde su devoción y de su agradecimiento eterno y personal. El paso por la Plaza de Galicia se convirtió en uno de los momento que más expectación creó antes de emprender camino de retorno por Arzobispo Lago y Alexandre Bóveda a la capilla de Vista Alegre para poner fin a los actos religiosos de la romería urbana de Vilagarcía.