Los datos de las personas valen dinero y hay empresas y páginas web especializadas en conseguir esos datos de forma que el usuario no se dé cuenta de ello. Reguera explica que "participar en un inocente sorteo acaba convirtiéndose en una ventana de entrada a nuestra intimidad, a nuestros gustos cual es el poder adquisitivo que tenemos; con un simple click estamos ofreciendo una cantidad de información sobre nosotros muy alta". WhatsApp y otras redes sociales también deben ser utilizadas con cuidado para no facilitar nuestros datos y no incurrir en dar a conocer los de terceros.
De hecho, puso como ejemplo cuando una persona "consulta la posibilidad de hacer un viaje o busca un determinado producto; de forma prácticamente inmediata, es bombardeado en sus redes sociales con esos productos y similares". Entre los casos que están considerados más graves por la normativa europea se encuentra el tratamiento de los datos de los niños en el que debe de haber "consentimiento específico de sus tutores, sobre todo antes de los 16 años, al haberse elevado la edad con esta nueva normativa".
