Apenas se han registrado un puñado de días de calor para acercarse a las playas, pero en A Illa han sido suficientes para el regreso de un problema que el pasado año puso en jaque a las mariscadoras al amenazar su futuro económico, el conocido como furtivismo de bañador. Así lo constataban ayer desde la organización de Productores (OPP-20) de A Illa, donde creen que la llegada del verano se va a convertir en una auténtica pesadilla para el sector.

Maricarmen Dios, presidenta de la entidad, reconoce que existe una importante preocupación "sobre lo que se nos puede venir encima durante el verano, ya que el año pasado fue un auténtico escándalo, con enfrentamientos prácticamente diarios entre algunos bañistas y las mariscadoras". Choques parecidos ya se han registrado "en pleno mes de mayo y tan solo con tres o cuatro días de sol, por lo que mucho nos tememos que, a medida que se acerque el verano, se irá incrementando el número".

Representantes del ente han mantenido reuniones con la Consellería de Mar para buscar fórmulas que "nos ayuden a frenar esta situación que esquilma, todos los años, nuestras playas y supone un duro golpe económico para las mariscadoras". En los últimos años, la Consellería siempre ha apostado por informar sobre la importancia de las playas para las mariscadoras, un modelo que Dios Castro agradece pero que cree que no está obteniendo resultados, "ya que el problema no es la información, sino la falta de concienciación que existe entre muchas de las personas que sorprendemos esquilmando el marisco". De hecho, una de las cuestiones que más destacan desde la OPP-20 es que la mayor parte de los que crean problemas "son de lugares muy próximos, es decir, saben perfectamente que están perjudicando a las mariscadoras, pero les da exactamente igual".

Entre las medidas que se van a adoptar este verano destaca la de reforzar el servicio de vigilancia con el que cuenta el ente y la Cofradía de A Illa, unos vigilantes que contarán con el apoyo de las propias mariscadoras, que volverán a recorrer todos los arenales, en especial los más productivos, para evitar que sus perspectivas económicas vuelvan a verse mermadas por los "furtivos de bañador", como viene ocurriendo en los últimos años.

El pasado año, el furtivismo de bañador se convirtió en un serio problema para las mariscadoras de A Illa, con varios enfrentamientos en las playas entre las mujeres y bañistas que se negaban a devolver al mar el marisco tras haber sido detectados con él.

Además del furtivismo de bañador, las mariscadoras temen que las playas de A Illa se vuelvan a convertir en una gran aglomeración de gente, algo que también está pasando en los últimos años. Estas aglomeraciones tampoco resultan convenientes para el futuro de las mariscadoras ya que, en los meses de verano se registra el desove de especies como la almeja, y el constante trasiego de personas impide que se fije en la arena y acaba provocando su mortandad. Dios Castro reconoce que "es complicado mantener una convivencia entre marisqueo y turismo, pero deberían buscarse fórmulas para evitar que siempre seamos las mariscadoras las perjudicadas".