El Concello de O Grove presumió durante muchos años de disponer de seis banderas azules y llegó un momento en el que ya no quiso más y renunció a ellas. Vilagarcía estuvo demasiado tiempo sin ninguna y por fin parece haber consolidado dos, lo cual es motivo de orgullo y satisfacción para el gobierno local.

Se trata de dos estrategias completamente diferentes, puede decirse que opuestas, achacables a dos ejecutivos del mismo color político y que en ambos casos están en minoría en sus respectivas Corporaciones municipales.

Cada uno con sus argumentos e intereses, mientras los vilagarcianos sacan pecho con estos dos distintivos los grovenses vienen a decir que están mejor sin ellos.

Ayer, sin ir más lejos, el gobierno de Alberto Varela quería "felicitar a todos" sus ciudadanos por la obtención de unos galardones que "contribuyen a potenciar la marca Vilagarcía dentro y fuera de Galicia", y que además pueden "repercutir positivamente en la promoción turística y la dinamización de la economía local".

Pero eso no es todo. En el Concello de Vilagarcía consideran que renovar los galardones de Bamio y Vilaxoán es un ejemplo del trabajo realizado en materia de saneamiento y en la mejora de los propios arenales y su entorno, citando como ejemplo la obra de renovación del paseo marítimo.

El socialista Alberto Varela y su equipo parecen convencidos de que las banderas azules no ofrecen dudas como "símbolo y estándar mundial de ecocalidad turística".

Frente a esto, el gobierno también socialista de José Cacabelos, que en su día se negó a recoger las banderas porque la Adeac se empeñaba en que O Grove compartiera la de A Lanzada con Sanxenxo, resta importancia a esta marca diciendo que las playas mecas están incluso mejor y son aún más visitadas desde que no ondea la marca azul.

A su juicio "lo importante es aplicar criterios de calidad como los que nosotros introducimos en nuestros arenales; no necesitamos esa bandera en concreto porque ofrecemos igualmente todos los servicios y la máxima calidad".

De ahí que el alcalde meco insista en que de "desde 1985 nunca hubo tanta gente en A Lanzada como el pasado verano y el anterior, con más de 10.000 personas en algún fin de semana estival".