O Salnés mantiene, después de 30 años, su fidelidad a las Banderas Azules que Adeac, la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor, instauró para garantizar la calidad de las playas en todo el mundo, pero O Grove decidió desligarse hace tres años por el desaire que supuso obligarles a compartir con Sanxenxo el galardón de la emblemática playa de A Lanzada y la supresión sin explicaciones de la que se les había otorgado en 2015 a las playa de As Pipas.

Ahora el alcalde se muestra si cabe más convencido de la decisión de descolgarse del grupo de Ayuntamientos que esperan a julio para conocer si sus playas merecen estar en la élite de España, según un jurado nacional e internacional encargados de interpretar los requisitos exigidos en materia de calidad de las aguas, seguridad y otros criterios medioambientales.

El alcalde de O Grove, el socialista José Antonio Cacabelos subraya que ya ni presenta la candidatura a la Bandera Azul y que en estos dos años ha comprobado su absoluta ineficacia como reclamo para el turismo. "Ni un solo bañista ha preguntado en estos dos últimos años por la bandera", enfatiza.

Y es que Cacabelos prefiere los criterios del programa "Q" de calidad, ya que demostró que es la base para que las playas de O Grove mantengan el tirón de estos años.

"Desde 1985 nunca hubo tanta gente en A Lanzada como el pasado verano y el anterior como se ve al comparar fotografías en las que ahora no cabe ni una toalla o en el aparcamiento de más de 1.000 plazas que siempre está lleno", explica el regidor. "En fines de semana de julio y agosto pueden superarse las 10.000 personas", estima.

Cacabelos asegura que la clave del éxito, además del calor, está en que todas las playas de O Grove "tienen una agua excelente", como recogen los análisis de la Consellería de Sanidade, pero sobre todo por la prestación de servicios.

"Al bañista le importa muy poco que ondee una bandera en un mástil, lo que quiere es que el agua sea de calidad, buena arena, mantenimiento, accesibilidad, que esté libre de residuos y que tenga plazas de aparcamiento suficientes".

Y en O Grove, Cacabelos señala que se garantizan no solo esas comodidades sino que se contratan los mismos o más socorristas que con la Bandera Azul, está prohibido dejar residuos y son espacios cardioprotegidos, por lo que en cada una de las 32 playas existen desfibriladores (DESA) para supuestos de un infarto o dolencia coronaria. Recuerda que el Ayuntamiento destina este año 600.000 euros para la atención de los arenales en el término municipal.

Pero a la vez hace hincapié en el hecho de que por vez primera, en muchos años, las aguas de todos los arenales, incluídos los urbanos, han sido calificadas de excelentes, por lo que cumplen los parámetros mínimos de coliformes y e-coli, base de los estudios de los expertos en Sanidade.

José Antonio Cacabelos subraya que esta nueva situación es consecuencia de la apuesta de los últimos años por mejorar el saneamiento.

"Queda mucho por hacer pero el esfuerzo económico del Ayuntamiento por mejorar las redes de pluviales y fecales ha sido muy elevado, lo que permite conseguir estos resultados que llevan a que playas urbanas como las de Rons, Confín o bajo el puente de A Toxa sean perfectamente aptas para el baño".

Satisfacción que también observó en el colectivo de hosteleros que ya en su día dieron la razón a Cacabelos a la hora de descolgarse de la Bandera Azul por la afrenta que supuso obligar a O Grove a compartirla con Sanxenxo.

El alcalde recuerda que O Grove reclamó dos banderas diferenciadas por varias razones, pero sobre todo por el hecho de que desde 1988 fue el Ayuntamiento que costeó el mantenimiento de todo el espacio, no solo de la limpieza sino también de construir los accesos, las pasarelas, entre otros.

Recuerda el alcalde que el coste que suponía formar parte de los elegidos para los galardones era enorme y que ya en octubre o noviembre "había que crear una oficina con dos o tres empleados para fijar los criterios necesarios para optar a los galardones, sin olvidar que había que atenerse a requisitos concretos de número de casetas de vigilancia, socorristas, mantenimiento de las instalaciones, accesibilidad, entre otras".

Pero Cacabelos señala que ha optado por ser si cabe más estricto para defender los valores naturales de un espacio tan singular como es la península meca, en el que el turismo es uno de los sectores económicos vitales por lo que no se regatea ningún recurso fundamental.