Olga González Vilas, nacida en Cambados hace 60 años, es el alma de Teatro Caracol, el grupo dramático aficionado por excelencia de O Salnés. Fue ella quien hace 25 años tuvo la idea de juntar a unos padres y de montar una obra para sorprender a sus hijos. En aquel entonces, jamás había hecho teatro. Pero el proyecto cuajó, y ella empezó a profundizar en un mundo que la enamoró. Ha hecho numerosos cursos dramáticos, "y a base de leer mucho y de ver teatro", se ha convertido en una escritora y directora de solvencia. Pero también ha interpretado, aunque no sobre las tablas, sino detrás de una cámara. En su currículo figuran cintas como "Entre paradas", "La declaración de los objetos", "El color del miedo" o "Tocando la puerta".

-¿Hay muchos casos de niños que fueron espectadores y que al hacerse mayores se convirtieron en actores?

-Sí, varios. Por ejemplo, Vasilieva, que de niña era la fan número 1 de Teatro Caracol y que el año pasado empezó a actuar con nosotros. Otra niña, llamada Marta. O Sara Iglesias y Sergio Alfonso, que llegaron a estudiar Arte Dramático. Cuando Sergio actuó con nosotros por primera vez me dijo que no sabía el orgullo que él sentía al entrar en la compañía. Eso para mí es muy importante, porque significa que pusimos un semilla.

-Facilitaron el nacimiento de una cantera vinculada al arte.

-Los hijos de aquellos primeros actores de Teatro Caracol mamaron el teatro desde bebés, porque hasta los llevábamos con nosotros a los ensayos. También me tocó en la familia, porque mi hijo Marcos estudió Danza y Coreografía.

-Tras 25 años sobre los escenarios. ¿Cuál ha sido el montaje de mayor éxito de Teatro Caracol?

-Según la mayoría de los que han pasado por la compañía, la obra que ganaría es "Peter Pan". Pero yo no me atrevo a decirlo. Cada uno tiene sus gustos. ¿Con cuál me quedaría yo? Con varias, pero no porque fuesen las mejores, sino por lo que representaron. Por la primera, que es donde empezó todo. Con "La bella y la bestia", porque fue la que marcó el cambio, cuando empezaron a venir más colegios y la primera vez que vino a vernos público adulto. Y de la obra que hicimos con Esperanza Salnés tengo un recuerdo muy emotivo. La experiencia fue muy enriquecedora, al ver todo lo que te dan esos niños y sus caras de ilusión. También me quedaría con "A bruxa do oeste", porque es la única en la que actué yo. Y en la de este curso los niños lo están pasando genial, se implican muchísimo. Todas son especiales, pero yo no repetiría ninguna. Las cosas suceden en un momento, y punto. Me gusta quedarme con el recuerdo de lo que fue, cuando fue y con quién fue.

-Ha dicho que ya va siendo hora de que le den el relevo al frente de Caracol.

-Estamos en ello. Pero no se trata de hacer un cambio de repente, de que me vaya a ir y a pasar de todo. No, yo quiero seguir echando una mano. Pero sí que me gustaría empezar a no tener que dirigir. En el grupo hay gente muy válida.

-¿Seguirá escribiendo cuando deje de dirigir?

-Sí, porque esto para mí también es vida. Escribir me relaja. Cuando estoy un poco baja de moral es cuando más escribo. Y cuando estoy muy muy bien es cuando escucho música. Creo que en eso voy un poco al revés de otra gente. Para mí, el teatro es vida. Me ayuda en el día a día, a olvidar muchos problemas. Me ha causado mucho estrés, pero también me ha dado muchísimas satisfacciones. Le recomendaría a todo el mundo que probase como actor. Te da energía, socializas, te saca de la rutina, te pones en la piel de otra gente. La danza y el teatro deberían ser una asignatura obligatoria en los colegios, lo mismo que las matemáticas.

-Díganos el nombre de una compañía y de un dramaturgo gallegos que le gusten especialmente.

-Como compañía está Sarabela. Me encanta todo lo que hacen, sus obras, los vestuarios, los decorados... Y como escritor no voy a citar un gallego, lo siento. El que más me gusta es Fernando Lalana. Sus obras son muy críticas, pero con un toque de humor, y le gusta estimular la reflexión de los niños.

-Usted es la autora de los libretos de Caracol. ¿Cuáles son los ingredientes que no pueden faltar en una obra para niños?

-Nuestro público tiene de tres a once años, y hay días en que coinciden niños de edades muy diferentes en la misma función. Así que tenemos que procurar que no se aburran, ni los unos ni los otros. Lo que hacemos es ir mezclando bailes, con música, con humor, y todo tiene que ir muy rápido. La obra de este año es vertiginosa.

-¿Nunca barajaron crecer, actuar más veces o en otros pueblos?

-Tenemos trabajos muy diversos, y por los horarios laborales sería imposible plantearnos eso. Cuando cumplimos diez años actuamos en Vilagaría, pero todo fue muy complicado, y eso que nos ayudó un amigo con el transporte. Estamos muy bien como estamos.