Treinta niños de distintos municipios de O Salnés, Barbanza y Deza acuden cada día al Centro de Educación Especial (CEE) de Vilagarcía, el único colegio 100% público -dependiente directamente de la Xunta de Galicia- que existe en la comarca para niños con discapacidad intelectual. Los demás centros, aunque cuentan con plazas concertadas por la administración autonómica, están gestionados por entidades privadas.

El Centro de Educación Especial está emplazado en el corazón de Vilagarcía, junto al CEIP Anexo A Lomba, y pese a su céntrica ubicación, "hay mucha gente que no lo conoce", admite la directora, Alba Paredes. Precisamente por este motivo, ella y sus compañeros decidieron organizar una jornada de puertas abiertas. Fue la primera y resultó todo un éxito.

Los docentes pudieron explicar a las personas interesadas en conocer el centro cómo funciona. En unas amplias y luminosas instalaciones, además de las aulas ordinarias que hay en cualquier colegio de la enseñanza pública (plástica, música, etc.), el CEE de Vilagarcía cuenta con unos curiosos rinconcitos en los que los alumnos aprenden de una forma divertida habilidades encaminadas hacia la autonomía personal y para enfrentarse a la vida adulta.

Así, un aula se ha convertido en un apartamento en el que los escolares aprenden a realizar las tareas domésticas y, en definitiva, a valerse por sí mismos. También disponen de una cafetería en la que unos cobran y sirven, otros hacen el papel de clientes y todos ellos pueden adquirir fórmulas sociales para aplicar en su vida diaria.

La directora del colegio, Alba Paredes, destaca que la atención prestada a los alumnos es "muy específica e individualizada". De ello se encargan cerca de un veintena de docentes. "Todos los tutores son PT (Pedagogía Terapéutica) y tenemos dos profesores de Audición y Lenguaje. Además somos de los pocos centros públicos que tenemos fisioterapia y auxiliar de clínica", resalta la responsable del Centro de Educación Especial.

En Vilagarcía solo este colegio y el de A Lomba disponen de cocina propia en el comedor, pues los demás centros públicos de la ciudad que ofrecen este servicio sirven menús de catering. "Los productos son de muy buena calidad. Salvo algún caso puntual, comen casi todos los alumnos aquí", señala Paredes, quien recuerda que se está ampliando el aula de estimulación sensorial y que cuentan con una partida económica para mejorar la biblioteca.

En el CEE se trabaja con los escolares a nivel curricular y mediante distintas actividades de autonomía personal. También disfrutan de terapia asistida con animales.

A la hora de agruparlos, se tiene en cuenta su edad, pero este no es el único criterio que se sigue, pues las capacidades de cada alumno, su sistema de comunicación o su conducta también resultan clave.

La escolarización en este centro alcanza los 21 años y "habitualmente llegan aquí sobre los 8", dice la directora. Todos tienen algún tipo de discapacidad intelectual y la inmensa mayoría también problemas de movilidad, equilibrio, malformaciones, hipotonías (disminución del tono muscular), etc. De ahí la relevancia de las sesiones de fisioterapia. "Se realiza una intervención específica en cada niño", recalca Alba Paredes.

Todos llegan al CEE procedentes de colegios ordinarios y con un dictamen de escolarización que emite el Equipo de Orientación Específica (EOE) de la Xunta. Evidentemente la decisión última es de los padres o tutores de cada menor. Para que el cambio no sea brusco, a veces empiezan con una escolarización combinada, asistiendo dos o tres días por semana al Centro de Educación Especial.