El octogenario patriarca del clan de los "Charlines", Manuel Charlín Gama (Vilanova, 1933) y su hijo Melchor Charlín Pomares, de 56 años, recibieron una paliza dentro de su mansión de Cálago por dos individuos "encapuchados y con acento sudamericano" y que luego huyeron a toda velocidad en una furgoneta de color negro.

Los hechos se registraron poco antes de las nueve de la mañana cuando estos dos individuos supuestamente armados con una escopeta de cañones recortados accedieron al inmueble, sin que se haya determinado todavía si pretendían perpetrar un robo como alegaron las víctimas o se trataba de un ajuste de cuentas por alguna deuda pendiente.

La versión que recogió la Guardia Civil es que la pareja de asaltantes accedió a la propiedad y golpeó con un objeto contundente -sin que se descarte que haya sido el arma- primero a Manuel Charlín, de 85 años de edad, quien recibió al menos dos golpes, uno en la cabeza que le dejó una brecha de unos diez centímetros y otro en el costado que pudo afectarle a algunas de las costillas.

Luego atacaron a su hijo Francisco Melchor quien también sufre "multicontusiones", según el parte médico facilitado a media mañana y que anoche permanecía en observación en el Hospital do Salnés, aunque su estado no reviste gravedad pero es "reservado".

El asalto duró apenas unos instantes. Según recoge el atestado con las declaraciones de la familia Charlín, "menos de cinco minutos fue el tiempo empleado por los dos individuos para cometer los hechos y abandonar a toda prisa la propiedad".

Además del padre y su hijo, en la vivienda también se encontraba la pareja sentimental del patriarca Manuel Charlín, que debido a la tensión del momento decidió huir y abandonar la estancia a través de una ventana que da al enorme jardín que rodea la casona que la familia disfruta en Vilanova, a pesar de estar embargada por sentencias por blanqueo y tráfico de drogas.

Instantes después, Francisco Melchor Charlín, de 56 años de edad, pudo salir hasta la entrada de la vivienda con el rostro ensangrentado para pedir auxilio a los vecinos, que acudieron de inmediato en su ayuda y dieron aviso a las fuerzas de seguridad.

En una primera declaración ante la Policía Local de Vilanova, los agredidos manifestaron que "les iban a robar", versión que parece difícil de demostrar ya que reconocieron que "no se llevaron nada de valor de la vivienda".

No se descarta, por tanto, que la investigación quede abierta a otras muchas opciones, desde el ajuste de cuentas por alguna deuda pendiente o un mero "aviso" al histórico clan.

Enseguida la Policía Local de Vilanova se personó en la casa de Cálago donde pudo constatar que efectivamente no se había producido ningún robo por lo que entienden que los asaltantes tenían muy claro que su objetivo era el que finalmente consiguieron con la agresión.

Poco después fue la Guardia Civil el cuerpo que tomó las riendas del asunto para iniciar una investigación que sigue su curso con la intención de encontrar a los agresores, que todavía no han sido localizados, a pesar del rastreo que se efectuó por diversas carreteras de la comarca. Desde momentos después de la puesta en conocimiento del caso, la Guardia Civil ordenó controles en varias intersecciones de carreteras próximas a Vilanova, como el que se instaló en la rotonda de O Rial de acceso a la vía rápida.

Comprobaron asimismo que las dos víctimas tenían lesiones y sangraban abundantemente por la cabeza por lo que una ambulancia del 061 se presentó en el lugar para derivar a los agredidos al Hospital do Salnés donde recibieron asistencia médica en los boxes de urgencias. El patriarca Manuel Charlín Gama fue el primero en abandonar el centro hospitalario donde fue atendido de un fuerte traumatismo en la cabeza y otro en el costado, aproximadamente tres horas después de su entrada. Abandonó el Hospital do Salnés por su propio pie tras recibir el alta médica y acompañado por varios familiares.

En cambio su hijo Francisco Melchor requirió de más tiempo de observación aunque su evolución no revestía gravedad y estaba siendo positiva, pese a la brecha que le produjeron los asaltantes durante la paliza. Los médicos decidieron que pasara la noche bajo observación para evitar complicaciones como consecuencia de una enfermedad base que sufre el herido.