A las nueve y cuarto de ayer, Alfonso Mariño fue por las aulas del colegio para nombrar a los capitanes de los 30 equipos que, minutos después, participarían en una búsqueda del tesoro inspirada en la exposición Da Vinci, organizada por FARO DE VIGO en la nave "El Tinglado", de la ciudad olívica. Los niños recibieron con orgullo el nombramiento, así como un pergamino que contenía el nombre del resto de miembros de sus equipos, formados todos ellos por media docena de alumnos.

Así comenzó el juego de pistas con el que el colegio cambadés Antonio Magariños despidió ayer el segundo trimestre. El director del centro, Alfonso Mariño, explica que la iniciativa partió de un profesor, que había hecho un juego similar en otro centro. Posteriormente, se interesaron por la exposición sobre Leonardo da Vinci que FARO Impulsa y Spacio Natura tienen en Vigo, y tras visitarla un grupo de siete profesores que fueron invitados por la organización, decidieron inspirar su juego de pistas en la figura del genio del Renacimiento.

"En el Magariños estamos trabajando mucho sobre emprendimiento, y que mejor emprendedor que Leonardo da Vinci", explica Mariño. Tras esa visita de los docentes a la muestra de Vigo para conocer sus potencialidades pedagógicas, se organizaron dos excursiones para los más de 200 alumnos del colegio, que tuvieron lugar entre finales de febrero y principios de marzo. Tras esas visitas, los profesores empezaron con el arduo trabajo de organizar la búsqueda del tesoro, que se compondría de 15 pistas.

Los participantes serían 30 grupos de entre 6 y 7 alumnos cada uno, mezclados por edades, y tendrían que resolver una serie de acertijos y ejercicios pensados para hacerles discurrir. Casi todas las pruebas tenían algún tipo de relación con Leonardo da Vinci.

Tras el nombramiento de los capitanes -que eran de los cursos más altos-, estos recorrieron las diferentes aulas buscando a los compañeros cuyos nombres aparecían en los pergaminos que les había entregado el director.

Una vez formados los equipos, se juntaron todos en el aula de música, donde los profesores les explicaron la mecánica del juego y les dieron un "carné de baile", que era una cartulina en tamaño A3 con las pruebas, las pistas y un espacio para las pegatinas que los profesores tendrían que darles por cada desafío superado. Lo que vino después fueron muchas risas, y carreras por los pasillos de grupos de niños moviéndose en bloques.

Los doce apóstoles

Las pruebas que les pusieron los profesores eran muy variadas. Así, por ejemplo, tuvieron que componer un puzzle de una máquina inventada por Da Vinci con un recortable; tuvieron que demostrar que sabían encender un teléfono móvil y sacar una fotografía de ellos mismos con una imagen del artista italiano; en otra de las fichas, su misión consistía en poner nombre a los doce apóstoles que aparecen en el cuadro de "La Última Cena". En otra, las protagonistas eran las Tortugas Ninja, y los niños tenían que ordenarlas según la época a la que pertenecieron cada uno de los artistas que les prestaron el nombre: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael y Donatello.

Hacia mediodía, los equipos se reunieron en la biblioteca para enfrentarse a la última y decisiva prueba, que consistía en descifrar un mensaje secreto, que llevaban lacrado en su "carné de baile". Con unas palabras sueltas y desordenadas tenían que construir una frase.

Tras unos minutos de emoción, un capitán levantó la mano. Habían descubierto el enigma: "Los genios comienzan grandes obras. Los trabajadores las terminan". Un aforismo que se atribuye a Da Vinci, y que es una invitación al esfuerzo y la constancia.

Concluido el juego, los profesores entregaron a todos un regalo por su participación. A los ganadores, además, les dieron una maqueta de un invento de Leonardo, para que la monten ellos en casa.

Alfonso Mariño hace una valoración muy positiva de la experiencia. "Los niños lo pasaron de maravilla, y nada más terminar ya nos estaban preguntando cuando vamos a hacer la próxima. Y para nosotros, ver a los niños corriendo de un lado a otro, lo atentos que estaban al juego, ver como se cuidaban entre ellos y como se ayudaban los unos a los otros fue de diez".

El colegio Antonio Magariños celebra este curso su 50 aniversario, y si bien la búsqueda del tesoro de ayer no estaba directamente relacionada con esta efemérides, sí se enmarca de algún modo en la misma. "Nunca hicimos festival para terminar el segundo trimestre, pero esta vez dijimos que ya que estamos en un año especial íbamos a hacer algo especial".