El año pasado fue Donald Trump, y éste le ha tocado de nuevo a un político. Como ya se esperaba, el Momo de Vilanova fue el expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont, que estuvo acompañado por un divertido séquito, en el que no faltaban ni Josep Lluis Trapero, ni Oriol Junqueras, ni Inés Arrimadas, ni Anna Gabriel. Por no faltar, no faltaron ni siquiera las cargas de la Guardia Civil y la Policía Nacional a los independentistas catalanes, ni una bandera de Tabarnia o la urna del referéndum del 1 de octubre. Fue una enorme sátira del procés en forma de gran Diada.

El Ayuntamiento de Vilanova quiere que el Momo sea Festa de Interese Turístico Galego -al igual que, por ejemplo, varios de los entroidos más famosos de Ourense-, y su gran apuesta para conseguirlo son la cuidada puesta en escena de la carroza del Momo y de muchos de los grupos que lo acompañan en este desfile; su arraigo en el municipio; y su enorme poder de convocatoria, que ayer volvió a quedar patente.

La organización calcula que había ayer en Vilanova unas 25.000 personas. La situación fue tal que hubo momentos en que era imposible encontrar una plaza de aparcamiento en todo el casco urbano de Vilanova -pese a la enorme bolsa de estacionamientos de O Terrón, que también se llenó-, y a media tarde hubo retenciones en la salida de la vía rápida.

También fue muy elevada la participación de grupos de gente disfrazada, pues desfilaron 2.300 personas, según datos de la organización. En total, acudieron a la Festa do Momo de Vilanova algo más de 40 grupos de otros puntos de Galicia, y una decena del municipio. "Quizás ha sido uno de los Momos más espectaculares que se recuerden", afirmó al término de la fiesta el primer teniente de alcalde, Javier Tourís. "Estamos muy contentos".

La participación de grupos en el desfile era tal que entre la salida de la primera carroza y la del Momo pasó hora y media. La fiesta empezó poco después de las 17.00 horas, con la salida desde la Praza do Concello. En ese momento, salieron al balcón del Consistorio el alcalde, Gonzalo Durán, y el humorista Xacobe Pérez.

El Momo, con el rostro ya descubierto, iba esposado en la parte trasera de una carroza en la que otro humorista, Xosé Antonio Touriñán, encarnaba al Puigdemont de carne y hueso. El buen tiempo y la presencia de este popular actor fueron dos de las claves del éxito en cuanto a asistencia de público. Así se notó, por ejemplo, al final de la fiesta, cuando el público se abalanzaba sobre Touriñán para hablar con él, pedirle un autógrafo o fotografiarlo. "Tuvimos que sacarlo escoltado", cuenta uno de los miembros de la organización.

Touriñán iba vestido de Puigdement en la carroza principal, en la que también iban otros rostros conocidos del proceso independentista catalán, bajo cuyos disfraces podía distinguirse a algunas personas conocidas de Vilanova, como el comerciante Ramón Cardalda o el fotógrafo Luis Portas, que representaban a un guardia civil y a Trapero, respectivamente.

Junqueras, por su parte, iba sentado en el inodoro, dentro de una jaula. Todos ellos llevaban en el pecho un pin del canario Piolín, que volvió a la actualidad esta semana por el vídeo promocional del Momo, en el que el alcalde de Vilanova anunciaba el envío del polémico barco a A Illa para suspender su autonomía municipal.

En los laterales de la carroza se veían frases humorísticas; en una de ellas, por ejemplo, se decía que el mejor catalán era el del "lourancho Bayón", en alusión a una variedad híbrida de vino rosado muy habitual en el campo de O Salnés.

Pero el Momo es una gran sátira del mundo y de la actualidad, de ahí que el público también sonriese al ver en la misma carroza del Momo una gran fotografía retocada de la comida del 50 cumpleaños del rey Felipe VI, en la que también aparecían Gonzalo Durán y el teniente de alcalde, Javier Tourís. En la imagen, el rey le preguntaba a sus hijas si querían ir al "Momo de Villanueva", a lo que ellas contestaban al unísono que sí.

El recorrido era de tres kilómetros, de ahí que cuando la comitiva llegó al paseo marítimo ya era noche cerrada. Se pasó así a la última parte de la fiesta, que consistía en la lectura de las plegarias, a cargo de Xacobe Pérez -en las que lanzó una estocada a la subida de la energía eléctrica y del butano- y en la quema liberadora del Puigdemont de cartón piedra.