El Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI, por sus siglas en inglés) presenta en Italia sus trabajos científicos realizados en base a la observación de mamíferos marinos en la ría de Arousa y la plataforma continental.

El centro de investigación y formación asentado en O Grove que dirige Bruno Díaz López será uno de los protagonistas del 32 congreso de la Sociedad Europea para el Estudio de los Cetáceos (ECS) que se celebrará en La Spezia (Italia) entre el 6 y el 10 de abril.

Sostiene el propio Bruno Díaz que "el considerable número de trabajos científicos" a presentar por el BDRI "convertirán a Galicia, y en particular a la ría de Arousa, en un referente internacional en el estudio de estos animales".

Uno de los trabajos más destacados del BDRI, que realizó trabajos de investigación tanto en el Mediterráneo como ahora, en las rías gallegas y la costa atlántica, es el que habla de las dificultades de convivencia entre una especie tan amenazada como la marsopa común ( Phocoena phocoena) y el delfín mular o de nariz de botella ( Tursiops truncatus).

Como se explicó en su momento, la distribución de las primeras, conocidas en Galicia como toniñas, está condicionada por la presencia de los arroaces.

Asegura Bruno Díaz que "donde abundan los delfines no suelen aparecer las marsopas porque hay una clara competencia entre las dos especies y quien manda dentro de las rías son los arroaces".

Otro de los trabajos importantes del centro de investigación grovense es el referido a la interrelación entre los mamíferos marinos y la acuicultura, o lo que es lo mismo, entre los delfines y las bateas de cultivo de mejillón y ostra.

El equipo de trabajo del BDRI insiste en que los delfines mulares interactúan con los viveros flotantes y estos se convierten en una especie de "despensa" que les facilita la adquisición de alimento.

De este modo las bateas gallegas resultan un método de cultivo "mucho más sostenible y respetuoso con los delfines que cualquier otro sistema de producción en las demás partes del mundo", recalcando que las estacas y las long-line que se emplean en otras partes del mundo -como China, Chile, Australia o Nueva Zelanda- sí parecen causar problemas a los delfines.

Lo que sucede en las bateas es que "se han convertido en una fuente de alimento y parecen tener un efecto claro, incrementando la presencia de los delfines en sus alrededores".

No son estos, ni mucho menos, los únicos trabajos destacados por el BDRI, donde también llevan muchos años estudiando la comunicación y el lenguaje de los arroaces, "para comparar su forma de comunicarse aquí con el 'idioma' empleado por los delfines en aguas italianas".

Hay que tener en cuenta que estos cetáceos "se valen de silbidos y ráfagas de sonidos pulsátiles para comunicarse y mantener su posición en la jerarquía social de su grupo". Hacen "un uso profuso de sonidos vocales, pero hasta ahora se creía que estos se reducían a silbidos y se desconocía casi por completo que emitieran también sonidos pulsátiles, y por ende su importancia", destaca Bruno Díaz antes de aclarar que "los sonidos pueden ser suaves y melódicos y también más ásperos, casi violentos, y su duración puede ser muy variada, desde gorjeos muy breves hasta chillidos y gañidos largos y muy intensos".