El Centro de Acollida e Protección de Animais (CAAN) de Meis, dependiente de la Diputación de Pontevedra, ha conseguido una de las adopciones más relevantes de su historial. Una vecina de Santiago, Rocío Castro, se hizo ayer cargo de Paloma, una perra recogida en septiembre de 2017 tras ser atropellada y recuperada de las graves lesiones que padecía y que hicieron temer por su vida. La nueva propietaria, además de participar en el rescate de la perra, estuvo siempre pendiente de su evolución y, a pesar de que todavía arrastra importantes secuelas del incidente, decidió que se iba a hacer cargo de ella desde el primer momento.

"No buscaba un perro, pero la historia de Paloma se me cruzó en el camino", señalaba ayer Castro, antes de recordar que, un sábado del mes de septiembre, cuando se dirigía hacia Bueu por la PO-313, se encontró con una joven llorando en la cuneta. Detuvo su vehículo y vio que la preocupación de la joven se debía a que había un perro atropellado, sangrando, tirado en el suelo, pero todavía con un hálito de vida. "Me puse muy nerviosa, la joven nos contó que avisara a los vecinos, pero que estos no le hicieron caso, sabían que el perro fuera atropellado en la medianoche del día anterior y eran las 10 del día siguiente, lo vieron y lo dejaron sufrir sin reaccionar", apuntaba Castro. La Policía Local de Marín se acabó haciendo cargo del animal.

Castro se fue de la zona pero con una sensación bastante mala, por lo que decidió seguir a varias asociaciones de la zona para dar con el animal. A través de Cadeliños dio con ella en el CAAN de la Diputación, iniciando un contacto permanente para ver si el animal conseguía sobrevivir tras las operaciones a las que tuvo que ser sometido. "Sabía de las secuelas, que eran impactantes, pero desentenderme de ella no era una opción", aseguraba Castro.

La joven fue conociendo de la mano de los veterinarios de la CAAN la evolución en los últimos meses de Paloma, unos meses llenos de sufrimiento, ya que el animal tenía un pronóstico muy malo cuando llegó al centro de Meis. Tenía alteraciones en la columna por el atropello, fractura de cadera y codo, así como muy poco peso por no estar atendida, además de pulgas y garrapatas que hacían que su piel estuviese en muy mal estado. Carecía de microchip y nadie la reclamó.

Tuvo que pasar cuatro cirugías, una de ellas muy compleja, para intentar estabilizarle la columna vertebral, la cual estaba desplazada, otra cirugía de cadera y dos de codo, la última hace tan solo dos semanas. Finalmente, su recuperación avanzó mejor de lo previsto y, gracias a la rehabilitación, fue capaz de volver a tener movilidad y recuperó reflejo anal, pero no así el de la vejiga, algo que ya resulta imposible que logre.

Uno de los veterinarios que atendió a Paloma reconocía ayer que el pronóstico "no es malo, y con la recuperación que tuvo en tan solo cuatro meses, estamos muy orgullosos; hicimos un plus de esfuerzo y en las últimas semanas con la fisioterapia, hemos conseguido muchos avances, como mejoras en la sensibilidad, movilidad y reflejos". Con la llegada de la joven compostelana Paloma cuenta "con una persona suficientemente sensible para aceptar sus problemas, y aún así, adoptarla, por eso se trata de una de las adopciones más importantes en la historia del CAAN, ya que además de la recuperación, hemos encontrado a una familia a la que le importa y se hace cargo de ella sin tener en cuenta esas secuelas".

El personal técnico del CAAN recuerda que la última campaña de concienciación promovida por la Diputación estuvo centrada en el maltrato animal con el lema "Devólvelle a confianza", precisamente para evitar situaciones como las vividas por Paloma, tanto por su atropello como por el desinterés mostrado por algunas personas hacia ella tras conocer su accidente.