Flores o dinero suelen ser las ofrendas más frecuentes de los fieles a los santos de su devoción pero en Valga son más contundentes con espectaculares lacones que procesionan al lado de San Antonio, San Roque y San Paio para cumplir con la promesa que hace más de dos siglos se realizó a la Candelaria si entre todos mediaban para poner fin a la peste que exterminaban los animales de los que vivían.

Desde aquellos tiempos, de forma ininterrumpida, se celebra una de las procesiones más singulares de Galicia, en la que, como ayer, más de 500 fieles recorrieron los cinco kilómetros de caminos que unen las aldeas de Vilar, Vilarello, Moldes, Outeiro, Ferreirós y Beiro.

A las diez de la mañana el párroco Arturo Lores ofició la misa de la Candelaria en la capilla de Vilar, que incluyó la bendición de las velas, en presencia de las tres imágenes de los santos que participan en el habitual recorrido por las seis aldeas de Cordeiro.

Media hora después sonó el estruendo de las bombas de palenque con el que comenzó la marcha hacia la iglesia de Cordeiro, con cinco paradas intermedias, que se aprovecharon para el intercambio de porteadores, explica Beatriz Barreiro, una de las organizadoras.

La devoción por la Candelaria es tan grande que los vecinos llevan más de una semana organizándolo casi todo. Incluso pareció que tenían "controlada" la lluvia, pero Beatriz Barreiro atribuye el mérito a los "santos que salieron en procesión". "Cuando empezó a llover ya se estaban recogiendo las imágenes en la capilla", explica.

Mientras tanto se celebraba la subasta de los lacones, algunos de tan buen tamaño que la puja llegó a los 115 euros. Eso sí, la pieza se lo merecía tanto por su tamaño "como porque son de cerdos caseros", con las garantías que ello supone.

Y todo ello con un fervor que nadie puede discutir. "Somos muy devotos de la Candelaria y también de San Blas que se celebra mañana -por hoy-", explica esta vecina.

Esa devoción ayudó a cumplir con la larga caminata, que se estima en unos cinco kilómetros y que tuvo una duración de hora y media, aproximadamente.

Un recorrido que estuvo amenizado por el grupo de gaitas Airiños do Meda que participó en el recorrido e intervino también durante las paradas ante los altares instalados en la víspera.

Al llegar a Ferreirós, la fiesta se convirtió en apoteosis pues además de la potente tirada de fuegos artificiales, la aldea sirvió chupitos y magdalenas "para reponer fuerzas", un gesto que todos los años agradecen los participantes que encaran el final del recorrido procesional.

Luego las imágenes se recogen de modo que San Roque y San Antonio se queda en Cordeiro y San Paio regresa la capilla de Vilar donde se custodia el resto del año.

Cabe recordar que hace una semana se celebró el traslado de las dos imágenes de Cordeiro que fueron veneradas durante este tiempo en Vilar a la espera de la procesión solemne.

"Fue más pequeña pero también muy entrañable", explican los organizadores que durante estos días también se encargaron de construir los espectaculares altares florales en los que se realizan las paradas de la procesión. "Este año tuvimos que sustituir las camelias por mimosas, pero también han quedado muy bonitos", se congratula.