Fernando Cortés Pérez empezó a trabajar en agricultura con 16 años. Le echaba una mano a su abuelo, que ya tenía invernaderos, y mientras tanto estudiaba para quitar el título de la ESO. Seis años después, este cambadés ha decidido continuar vinculado al campo y a la cooperativa Horsal.

"Me parece una buena salida laboral, y me gusta esto. Trabajo por mi cuenta, no estoy debajo de ningún jefe, y ver como van creciendo las plantas y lograr una buena producción es algo muy satisfactorio". Asegura que "me gustaría seguir así muchos años", y no comparte la apreciación de que el trabajo de agricultor sea "duro y sacrificado". "Yo no lo veo tan sacrificado, a mí me gusta". Cuenta que durante el invierno trabaja de media entre cinco y seis horas al día. Eso sí, en verano pueden llegar a ser el doble.

Ahora tiene lechugas en invernadero, y ha plantado fuera el cebollino que pondrá en el mes de marzo. El perfil más numeroso de agricultores a prueba en Horsal es el de un treintañero que procede de otro empleo, y afectado por la crisis.