Un día a la semana, leía a sus alumnos poemas de Manuel María, Rafael Alberti o Federico García Lorca. En una ocasión, mientras los chavales hacían un dibujo sobre lo que les había sugerido una poesía, él escribía unos versos en su mesa. Había empezado a escribir a los 15 años, pero nada le gustaba. El hecho de haber leído muy poco durante su infancia y su primera juventud lastraba su estilo y no le satisfacía. Sin embargo, en aquel preciso instante algo cambió. Aquel poema que estaba escribiendo mientras los alumnos dibujaban tenía magia, funcionaba. Se levantó, cogió una tiza y lo escribió en el encerado. Pidió a los niños que lo copiasen. "Tres pombas chegaron cansas/ tristeiras á beira dun neno". Esos eran los dos primeros versos del primer poema que Antonio García Teijeiro escribió para los niños. "En ese momento me dije que nunca dejaría de escribir para los niños", se prometió. Y lo cumplió. Tres décadas después y con más de 60 libros publicados, el Ministerio de Cultura le concedió en octubre pasado el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.

Antonio García Teijeiro estuvo ayer en dos colegios de Vilagarcía, el de Rubiáns y el Sagrada Familia, en el marco del proyecto educativo FARO DA ESCOLA, que organiza el diario decano de la prensa española, y en el que participan los dos centros educativos. El escritor hizo gala de sus tablas como docente -profesión que desempeñó durante más de 40 años- y encandiló a los niños con una actividad en la que hubo poesía, canciones y hasta un marinero de trapo llamado "Maaartiño", que en vez de peces pesca palabras.

El mar tiene una presencia casi obsesiva en la obra y en la vida de Teijeiro. De hecho, el Premio Nacional lo ganó gracias a un poemario dedicado al océano, "Poemar o mar". Y, casualidades de la vida, cuando el 3 de octubre pasado recibió la llamada del Ministerio en la que le comunicaban el premio, él estaba sentado en la playa, con las islas Cíes de frente. "Sería incapaz de vivir en un sitio donde no haya mar", confesó. Tanto le gusta que se baña al menos una vez todos los meses del año, con la única condición de que salga el sol. "Me alejo un poco hasta donde no hago pie. Cuando estoy en el agua es como si le contase las cosas al mar. Cuando salgo me siento bien. Frío solo lo tiene el cuerpo".

A preguntas de los estudiantes, García Teijeiro fue desgranando muchos momentos de su vida, como cuando cumplió el Servicio Militar ("una de las épocas más nefastas para mí"), y tuvo la suerte de formar parte de la docena de reclutas encargados de poner en marcha una biblioteca en el cuartel.

Explicó también que es falsa la idea de que a un escritor no le gustan los deportes, y viceversa. Él, de hecho, fue portero de balonmano y jugó en tres equipos de la máxima categoría española, entre ellos el Teucro de Pontevedra. Cuando viajaba con el equipo, llevaba siempre en su mochila dos libros, uno de narrativa y otro de poesía.

De noche, en el hotel, pedía permiso a su compañero de habitación para que le dejase tener un rato la luz encendida y quedarse a leer. "Podéis ser unos buenos deportistas, y os animo a ello, porque el deporte es buenísimo. Pero eso no está reñido con la lectura. Si conjugáis el deporte con la lectura, con la música, con las ciencias, con lo que os guste, seréis personas mucho más ricas".

La contaminación

Antonio García Teijeiro quedó boquiabierto con la decoración del colegio de Rubiáns, cuya puerta principal ha sido reconvertida en la entrada de un castillo de cartón. Dentro, hay maquetas de diferentes períodos históricos, desde un castro prerromano a las pirámides de Egipto. En la biblioteca, una estancia espaciosa y llena de luz, destaca la torre de un castillo.

Fue allí donde le recibieron el medio centenar de alumnos de cuarto, quinto y sexto de Primaria que participan en el FARO DA ESCOLA. El escritor sacó de su mochila una bonita caja metálica, y de ella, un libro. De pie, muy cerca de los escolares, recitó los primeros versos. "O mar anda murcho/ o lixo dos homes quéreo ferir".

Como un torrente de ideas, el diálogo del escritor con los niños empezó por la contaminación del mar (el residuo más habitual es el plástico) y continuó con una sirena poeta, "que aló no fondo do mar/ fai cantigas coas cunchas/ que ninguén sabe cantar". Y, llevados por las olas de ese mar, desfilaron por el aula José Antonio Labordeta, Joaquín Sabina, quien dijo de un hombre que "era tan pobre que no tenía más que dinero", o Álvaro Cunqueiro, quien ya enfermo recibió un día la visita de García Teijeiro, cuyo padre había tratado al genio de Mondoñedo. "Gracias a él pude publicar mis primeros artículos en FARO", recordó. "Y me dio un consejo. Me dijo que tenía madera de escritor, pero que tenía que escribir todos los días para coger oficio, que si no me convertiría en un escritor de ocasión".

Finalmente, habló de Juan Carlos Martín Ramos, un amigo suyo que dedicó un poema a una goma de borrar. García Teijeiro le tomó prestada la idea, y se imaginó todo lo que borraría del mundo con ella. "¿Vosotros que borraríais?", preguntó a los niños.

Las guerras, la contaminación, las armas, los insultos, los miedos, el alcohol, lo que hace Donald Trump... Las respuestas demostraron que los niños de Rubiáns ansían un mundo mejor y más justo.

El ratón Honorato

García Teijeiro acudió al Sagrada Familia acompañado de dos amigos de trapo: el ratón Honorato y "Maaartiño". Ambos son poetas. El primero se alimenta de versos, y vive con el escritor tras su desengaño amoroso con la luna. "Un rato díxolle á lúa/ nunca reparas en min/ por eso vivo na rúa/ metido nun calcetín". "Maaartiño", por su parte, fue la sensación de la actividad desde el momento en el que asomó la cabeza sobre la caja de metal. Junto a él, Teijeiro recitó: "Perdéronse uns mariñeiros/ quizais no ventre do mar./ Disque están cunhas sereas/ nunha cova de cristal".

Los alumnos, de tercer y cuarto curso, le preguntaron sobre todo por sus fuentes de inspiración y por el proceso de creación de un poema. Sobre esto, García Teijeiro explicó que hay tres grandes fuentes de inspiración: las lecturas ("para escribir hay que leer mucho"), la observación de la vida real, y la música. También explicó que es de los que corrigen mucho. "No me fío de los poemas que me salen a la primera. Cambio muchas palabras, reviso mucho los poemas".

El FARO DA ESCOLA es un proyecto educativo de FARO DE VIGO, patrocinado por la Diputación de Pontevedra y las empresas Vegalsa Eroski y Vitrasa, y con el que colaboran Xerais y el CSIC. Las próximas actividades serán el lunes 29 de enero en los colegios de San Roque de Caleiro y el Henrique Barreiro de Vilariño, que recibirán la visita de la escritora Ledicia Costas.