Antonio Sineiro, Don Tucho, es uno de esos curas que dejan huella, caen bien a todo el mundo y se hacen querer. Ayer, cuando se le preguntaba por la fiesta en su parroquia, explicaba en tono de humor que "es día de hablar de la derrota del Real Madrid ante el Villareal, de los callos y de San Amaro".

En lo primero casi que es mejor no incidir, para no herir susceptibilidades. En cuanto a la fiesta, "es una romería con enorme tradición que data del siglo XII, cuando estuvieron aquí, en el monasterio de Cálago, los monjes benedictinos", explica el sacerdote.

Desde entonces "siempre existió una enorme devoción por San Amaro, al que hay que situar en el siglo VI; un joven que entró en el monasterio para prepararse y creció como humano y como cristiano, adquiriendo la vocación de benedictino".

El párroco de Vilanova resalta que "San Benito confió tanto en él que le confió la construcción del monasterio de Francia que hoy en día lleva su nombre".

Al hilo de esto, Don Tucho, mentor espiritual de otro sacerdote campechano y entrañable como Juan Ventura -al frente de las parroquias de San Vicente de O Grove y Santa María de Simes- hace hincapié en que cada 15 de enero se celebra la romería de San Amaro y acuden devotos de toda la comarca, ofreciéndose la Eucaristía desde las 8.00 hasta las 19.00 horas y siendo típico saborear los callos; una tradición que quizás empezó porque la fiesta se celebra en invierno y era preciso calentar el cuerpo y el estómago".

Lo que quiere decir es que "los callos se convirtieron en el símbolo gastronómico de San Lázaro, quizás hace ya unos cien años, y se comen tanto en la carpa instalada frente a la iglesia como en los bares y en todas las casas de Vilanova".