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Los independientes proponen crear en el Muíño do Crego un aula etnográfica

Instan un acuerdo con el dueño -El local tuvo que cerrar por el elevado coste que supone al dueño el canon por usar el agua

El Muíño do Crego permanece cerrado desde el pasado verano. // Iñaki Abella

Meaño Independente ha emprendido por su cuenta gestiones para tratar de recuperar el "Muíño do Crego", enclavado en plena ruta de los molinos de Lores, y cerrado por su propietario en la pasada primavera a raíz del conflicto con la Xunta por el uso del agua. El objetivo es buscar un acuerdo propietario-administración para que el molino reabra reconvertido en aula etnográfica y con utilidad pública.

"Dado que el concello no ha movido ficha en todo en todo este tiempo -afirma el portavoz de la agrupación José Manuel Aspérez- hemos decidido asumir nosotros gestiones encaminadas a tal fin". "Es cierto que el muíño do Crego, es una propiedad particular -afirma-, pero no lo es menos que en ha venido desempeñando siempre en la práctica un papel de utilidad pública por cuanto de manera altruista su propietario siempre se avino a acoger visitas y demostraciones de molienda tradicional sin percibir dinero alguno a cabio por ello". "La línea -explica- es trabajar en la redacción de un convenio entre propietario y la administración para que este molino, una vez catalogado como de interés turístico, pueda funcionar como aula etnográfica reglada, y que pueda servirse pues, como otros molinos, del auga del río para demostraciones de molienda tradicional, sin abonar un canon por su uso".

El "muiño do Crego" fue el primero en recuperarse en la ruta de molinos de Lores. Se acometió por una iniciativa particular de su propietario Pablo Dovalo y desde 1999 vino funcionando en la práctica como aula etnográfica, si bien de manera no reglada. Su componente histórico viene acreditado por el hecho de que este viejo molino aparece ya catalogado en el año 1752 en el catastro del marqués de la Ensenada, documento éste que precisa que el molino se servía del agua del río Lotar, que así era conocida la zona de fincas en que se enclava y por donde discurre hoy el Chanca. El primer propietario de este molino del que se tienen noticias por el referido documento es José González Presbítero. De él fue heredado a través de generaciones hasta el que a finales del siglo XIX llegó a manos de Miguel Padín Laredo, un cura sin cargo de parroquia que era conocido como "O crego de Quintáns" de ahí el nombre con que a partir de entonces vino sido conocido la construcción.

Existe constancia documental de su venta en el año 1918 por un montante de 1.000 pesetas -unos 6 euros de hoy-, hasta llegar a Pablo Dovalo por herencia de su abuela a mediados del siglo XX.

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