El Instituto Galego de formación en Acuicultura (Igafa) de A Illa, clausuró ayer las celebraciones de sus 25 años de historia, una efemérides que no fue sencilla en sus comienzos, sobre todo por la falta de implicación de unas administraciones que no veían en la acuicultura el potencial económico y social que, posteriormente, ha demostrado tener. El centro fue fruto de un parto largo, complicado y difícil, que solo fue posible por el empeño de una serie de biólogos que supieron ver en la formación el mejor método para que la acuicultura acabase siendo una salida laboral como la que se ofrece ahora en Niño do Corvo.

Pilar Aguirre era la directora xeral de Pesca que vio nacer a la criatura, pero también participó en la fase embrionaria, esa que se desarrolló varias décadas antes y que significó luchar contra las adversidades. Escoltada por la conselleira do Mar, Rosa Quintana, y por el actual director del centro, Aguirre se remontó en su intervención a los años 60, cuando todavía era una recién licenciada en la rama de Biología, un momento en el que confluimos una serie de personas que considerábamos que había que aportar nuevas ideas al mar de Galicia". Todos ellos se reunieron en torno al Instituto de Investigacións Pesqueiras de Vigo desde donde se comenzaron a impulsar los cursos de capacitación marisquera entre los integrantes de las cofradías.

"Aquellos cursos, que impartía Antonio Figueras, no acabaron encontrando el apoyo de las administraciones, por lo que no tuvieron continuidad porque las ventanas hacia el mar estaban cerradas, pero cuando una luz se apaga, otra se acaba encendiendo", señaló. Esa luz fue el Plan de Explotación Marisquera de Galicia, momento en el que "se hizo claramente necesaria la formación",

Al amparo de ese plan nació el Centro de Investigacións Mariñas (CIMA) de Vilanova, asentado sobre una caseta donde los biólogos experimentaban con el cultivo de ostra y que funcionó como "una escuela de capacitación que demostró la necesidad de transformar el sector en profundidad". Pese a que los biólogos se sumaban al proyecto, no se consiguió un apoyo significativo por parte de la administración central, de la que dependía la enseñanza. Precisamente, el paso de las competencias de la enseñanza a la comunidad autónoma acabaría resultando clave, aunque no de forma inmediata ya que hasta el año 1985 siempre se le dio la espalda a esta necesidad. Sin embargo, acabaría siendo Madrid la que insuflaría aire al proyecto, al organizar "un curso de acuicultura para formar dos profesores, ya que no existían profesionales cualificados y las instalaciones no eran las adecuadas". Ese curso sería el germen que fue creciendo hasta finales de la década de los 80, cuando, con Enrique Rodríguez Peña como conselleiro, "se asumió la iniciativa de que Galicia tuviese un centro especializado en acuicultura". Rodríguez Peña colocó la primera piedra de un proyecto que acabaría siendo culminado en 1992 por Enrique López Veiga en la Consellería y con Miguel Cuña al frente de la dirección del centro.

"Fue un parto muy difícil, pero 25 años después, solo se puede decir que el resultado ha sido excelente", aseguró Aguirre. La titular de Mar, Rosa Quintana, y el de Educación, Román Rodríguez, se mostraron "orgullosos por unas instalaciones que han alcanzado tal grado de calidad formativa", mientras que el alcalde de A Illa, Carlos Iglesias, recordó como con 11 años vio abrir las puertas del Igafa por primera vez, "un hito en la historia de este pueblo tan pequeño, sobre todo por la dimensión que ha alcanzado". Los actos finalizaron con una degustación elaborada por los alumnos del Carlos Oroza, centro que colabora habitualmente con el Igafa.

El Instituto Galego de Formación en Acuicultura es el único centro de Galicia que imparte formación profesional de acuicultura y actividades subacuáticas, abriendo sus puertas en 1992. Cuenta con unas instalaciones comunes para las enseñanzas teóricas, con 11 aulas, biblioteca, salón de actos, laboratorios de biología y de ciencias, aula de audiovisuales e informática.

Para la enseñanza específica de acuicultura, el centro dispone de unas instalaciones de 1.175 metros cuadrados para cultivos auxiliares, de peces, moluscos y crustáceos. Además, tiene cuatro laboratorios y otras dotaciones como una batea, dos jaulas, un parque intermareal en Carreirón y dos minicriaderos para piscicultura continental donde realizan las prácticas los alumnos.

En el caso de las enseñanzas de actividades subacuáticas profesionales, cuenta con una piscina interior, foso-piscina exterior, cámara hiperbárica, estación de carga de gases y campo de prácticas en el mar. Completan las instalaciones y equipamientos una sala de acuariología, un taller de soldadura, otro de mecánica y varias embarcaciones.

A mayores de la formación reglada, el centro imparte todo tipo de cursillos vinculados a la capacitación marisquera y pesquera. Por sus instalaciones pasaron en 2016, unas 540 personas para conseguir esos permisos necesarios para desarrollar su actividad. Además, el centro cuenta con el respaldo y apoyo de todas las cofradías de la ría, que lo ven como uno de sus grandes garantes para el futuro.