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Fijar horarios de vuelta a casa contra el cannabis

En el congreso de Catoira se abogó porque los padres se impliquen más contra el consumo

Ponencia del investigador Rafael Maldonado en el congreso del Auditorio de Catoira. // Noé Parga

Un buen número de colegios e institutos programan charlas sobre los riesgos de las drogas. Las administraciones realizan periódicamente campañas en los medios de comunicación para alertar del peligro de consumir esas sustancias. En los centros de salud se reparten folletos desgranando los daños que los estupefacientes provocan en el cuerpo. Y sin embargo, el consumo no solo no baja ostensiblemente, sino que en algunos casos aumenta. ¿Qué está fallando?

Según algunos de los expertos que participaron la pasada semana en el congreso internacional sobre cannabis celebrado en Catoira, se debe a que el modelo de prevención por el que se ha apostado es el incorrecto. Esa es al menos la tesis del alemán Gregor Burkhart, del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, quien hizo hincapié en la importancia de la prevención ambiental y social.

Burkhart considera que el modelo por el que se ha apostado se basa en las jornadas de información y concienciación a los jóvenes, pero explica que en esa etapa de la vida, son muchos los que a pesar de conocer los riesgos de las drogas, las toman inspirados o presionados por su grupo de amigos. Por lo tanto, y para evitar eso, entiende que sería más útil la prevención ambiental. Y en ésta tienen mucho que decir los padres.

Así, Burkhart propone que en los hogares haya normas implícitas y explícitas que dificulten el consumo, y aboga por ejemplo por limitar los horarios de vuelta a casa los fines de semana, o por controlar el dinero que se le da a los hijos. No obstante, la prevención ambiental no es tampoco tarea exclusiva de los padres, sino también de los responsables políticos. Mirar hacia otro lado cuando en los "botellones" se consume cannabis no es en su opinión lo mejor para frenar la adicción, que afecta cada vez a personas más jóvenes. Según un estudio de un departamento de la Facultad de Psicoloxía de la Universidade de Santiago, entre las provincias de Pontevedra y A Coruña hay un millar de adolescentes de entre 12 y 13 años que toman hachís o marihuana.

Daños sobre la salud

Otro de los aspectos sobre los que se incidió mucho en el congreso de Catoira fue en el de los efectos perjudiciales de esta droga sobre la salud, así como en desmontar los mitos de que incluso puede llegar a curar algunas dolencias. Los médicos y científicos que participaron en el evento indicaron que el cannabis en estado natural no cura enfermedad alguna, y que sin embargo presenta numerosos riesgos, que se ven aún aumentados en el caso de los compuestos sintéticos, que empezaron a proliferar la década pasada.

Se apunta por ejemplo que los casos de intoxicación aguda atendidos en los servicios de Urgencias de los hospitales han derivado en cuadros de hipotensión -tensión baja-, crisis de pánico, delirios, contracciones musculares, acumulaciones de aire en la pleura y los tejidos, o episodios recurrentes de náuseas o vómitos (hiperémesis cannabica) asociados a un consumo crónico. No obstante, también hay ocasiones en que el hachís puede matar. El médico internista y especialista en Toxicología Clínica Benjamín Climent apunta que ya se han dado casos de infarto e ictus.

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