Andrea Martínez Beiras se ha convertido en la primera arousana en enseñar a los chinos a hablar en inglés. Su excelente formación y espíritu aventurero la invitaron a aceptar la posibilidad de irse al lejano Oriente para vivir una experiencia vital. El baloncesto le abrió el camino, pero ahora es profesora para la empresa Zhejiang University Helen Chinatefl Network Co. La vilagarciana reconoce que su experiencia está resultando muy satisfactoria en una cultura como la china que le resulta muy peculiar.

--¿Cómo surgió la posibilidad de irse a China?

-Accidentalmente, como la mayoría de mis aventuras. Un día en la cafetería del Instituto Bouza Brey un chico estaba comentando que se iba a China a trabajar como entrenador. Me quedé con el tema y al poco tiempo me puse en contacto con él para ver cómo era el asunto.

- ¿Qué fue lo que realmente le motivó?

-Las ganas de descubrir y la curiosidad que es lo que siempre me motiva a embarcarme en proyectos de este tipo. La monotonía y el hecho de llevar ya bastante tiempo asentada en Vilagarcía también tuvo que ver.

- Una vez allí, ¿qué fue lo que más te impactó?

-Uff (risas) la lista es amplia, pero a grandes rasgos el cambio cultural es un choque muy grande. El estilo de vida es totalmente diferente al nuestro, al igual que su forma de comportarse, comunicarse y relacionarse. He visitado muchos países y convivido con gente de diferentes culturas pero esta desde luego es la más diferente. En el top 1 de grandes impactos creo que situaría la costumbre de escupir por la calle y eructar en cualquier lado. Es sorprendente lo rígidos que son para algunas cosas y lo descuidados que son para otras. La extrema seguridad que impera en el país es algo que me ha sorprendido positivamente, como mujer extranjera es una tranquilidad poder ir sola donde quieras a cualquiera hora. En el ranking de lo mejor de china tenemos? En el TOP 1: La seguridad. En el TOP 2: La tecnología. En el TOP 3: La medicina tradicional. En el ranking de lo "menos mejor", para mi gusto, en el TOP 1: La contaminación. En el TOP 2: La limpieza. En el TOP 3: El tráfico.

-Parece ser que la comida fue una de las cosas que menos le gusta de esta experiencia, ¿más adaptada a esa comida o ha encontrado alternativas?

-No es que yo sea una masterchef de la cocina, pero siendo gallega, es difícil que cualquier país supere nuestra calidad gastronómica. El hecho de no dominar la lengua local, es decir, el chino, me dificulta la tarea de adaptación a la gastronomía, aunque poco a poco voy introduciendo más platos en mi haber. Otro enemigo para mí es el picante. La alternativa es recurrir a la comida occidental, que la hay, aunque más cara, pero me niego a caer ahí, quiero conseguir adaptarme lo máximo posible a la cultura y tradiciones del país y vivir como una más, en la medida de lo posible.

- No es que en España el inglés sea un idioma dominado por la gran mayoría, pero en China no pinta que tampoco haya mucho políglota, ¿o sí?

-No, no lo hay. La situación lingüística con respecto al inglés se asemeja mucho a la española. Los chinos estudian inglés en el colegio pero cuando acaban no son capaces de mantener ni una mínima conversación, y en España pasa algo similar, aunque en los últimos años hemos avanzado un poco más. Aquí también se están poniendo las pilas, por eso hay gran demanda de profesores de inglés extranjeros.

-¿Son tan trabajadores los chinos como se cree?

-(Risas) La pregunta del millón. Yo no tengo esa sensación, la verdad. Creo que pasan muchas horas en el puesto de trabajo pero no sé hasta que punto son efectivas, pero hay de todo. Además de que se puede dormir y comer en el trabajo, cosa que me ha llamado mucho la atención, y claro, esto bajo mi punto de vista afecta al rendimiento. En mi oficina a las 12:00 suena una musiquita que te indica que es hora de comer. La mayoría salen a comer fuera y otros se quedan a comer o dormir en su propia mesa, es muy curioso. Pero también he pillado a más de uno cabeceando fuera de esta hora.