Aquejada de grandes problemas de movilidad, una mujer residente en el casco urbano de Vilanova lleva esperando desde abril de 2015 por que se le reconozca el certificado de discapacidad que padece desde hace años. La mujer, que ronda los 90 años de edad, apenas puede moverse, sobre todo tras sufrir una caída y romperse la cadera hace seis meses, por lo que este reconocimiento le permitiría "contar con unas facilidades que, en estos momentos, no tiene", explica uno de los miembros de la familia con la que reside.

Desde que se solicitó el reconocimiento del grado de discapacidad han contactado con la administración tanto en Pontevedra como en Vigo, sin conseguir ningún tipo de resultado más allá de apuntarles que la tardanza puede ser debida a una serie de pruebas a las que debe ser sometida y no hay médicos suficientes para llevarlas a cabo. Aunque el retraso en este tipo de reconocimientos suele ser habitual, lo normal es que se demore entre año y un año y medio, no como el caso de la vilanovesa.