Fuera de O Salnés, pero sin alejarse demasiado, en Vilaboa puede encontrarse el Con dos Caralletes. No obstante, el nombre no tiene nada que ver con la acepción coloquial del órgano sexual masculino, sino que hace referencia a un tipo de navajas que tradicionalmente se mariscaba en la zona. La piedra en cuestión era el lugar donde los mariscadores solían amarrar las embarcaciones cuando faenaban. Un poco más lejos, en la carretera de A Estrada a Silleda, hay un pueblo que se llama Sol, otro que se denomina Lagartóns, y un tercero que se llama Rabo de Gato.

La Xunta de Galicia tiene una página web en la que se recoge la toponimia oficial. El nomenclátor gallego es de los más ricos de España debido a la existencia de miles de núcleos habitados.

Además, la enorme variedad del paisaje ha propiciado una intensa humanización del mismo, y que se le haya puesto nombre hasta a las piedras y a los meandros de los ríos.

Por ello no es de extrañar que la toponimia, en ocasiones caprichosa y coloquial, no pare de sorprender y divertir.