Llueva, viente o truene, un niño de A Illa no se va a quedar en casa un 2 de noviembre. La tradición les obliga a recorrer todas las calles del municipio a la búsqueda de todo tipo de golosinas o caramelos, aquellos que reciben en el umbral de cada vivienda tras recitar la letanía "Unha esmoliña polos defuntiños que van alá". Ayer llovió con contundencia a primera hora de la mañana, pero no hubo titubeos, desde el primer momento, los grupos de pequeños, acompañados en muchas ocasiones por uno o dos adultos, comenzaron a desfilar por las principales calles del municipio, llamando a todas y cada una de las puertas que se cruzaban.

Detrás de ellas, todos los vecinos ya tenían una surtida variedad de caramelos, nubes, regalices o gusanitos, entre otros, para ir entregando y ampliando el botín de cada uno de los pequeños. La lluvia pronto escampó, lo que todavía animó más a los pequeños a seguir con su recorrido.

De la visita de los pequeños no se libran ni los establecimientos comerciales, pero de manera especial, las panaderías, que cobran un protagonismo especial durante esta jornada.

En todas ellas se reparte una especie de bollo elaborado exclusivamente para esta jornada. Un ejemplo de ello fue la panadería Mascato, lugar de paso obligado para todos los niños del municipio en esta jornada, donde se hacen más de 700 "cornechos" para este día de manera habitual, que cuenta entre sus ingredientes con una importante dosis de mantequilla que lo hace todavía más sabroso. Las panaderías no fueron las únicas que apostaron por un producto diferenciador del gusto de los niños, ya que en una vivienda optaron por entregarles latas de la conservera Dardo, con un importante arraigo en el municipio isleño.

Para la gran mayoría de los pequeños, la mojadura que se agarraron a primera hora de ayer, valió la pena, ya que la mayor parte de ellos regresó a casa con la mochila llena de todo tipo de chucherías, que degustará con mucha paciencia en las próximas semanas.

Solo en A Illa se mantiene esta tradición desde tiempos inmemoriales, tradición que comparte el municipio con determinados puntos de Portugal, pero que no se repite en el resto de concellos de la comarca de O Salnés, donde, si existió, hace ya tiempo que pasó a ser historia. Lo único que cambia con respecto a épocas anteriores es el tipo de elementos que consiguen los pequeños con sus peticiones, ya que hace más de un siglo se repartían castañas, higos, patatas o diferentes especies de frutas que los pequeños guardaban como oro en paño.