El aumento del número de delfines, tanto mulares como comunes, avistados dentro y fuera de las rías gallegas parece relegado ahora a un segundo plano. Y todo porque a estos siempre entrañables visitantes se suman cada vez más tipos de ballena, entre ellas el majestuoso rorcual azul ( Balaenoptera musculus), que alcanza un tamaño medio de entre 24 y 27 metros y pesa entre 100 y 120 toneladas.

Lo cierto es que en las Rías Baixas se están registrando y documentando avistamientos hasta hace poco impensables, elevándose a sesenta el número de ballenas localizadas en solo once días de observación, entre los meses de septiembre y octubre.

Este es el balance que realiza el Bottlenose Dolphin Research Institute (BDRI), un centro para el estudio de los delfines mulares que de un tiempo a esta parte se ha volcado en el seguimiento de los grandes rorcuales.

Convencido de que los afloramientos, es decir, los movimientos de las corrientes que acercan los nutrientes a la costa gallega y al interior de las rías, han tenido un efecto llamada que ha propiciado la atracción de los grandes mamíferos marinos, el biólogo ferrolano asentado en O Grove que dirige el BDRI, Bruno Díaz, cuenta con emoción la última experiencia de su equipo, con motivo de la salida de observación y seguimiento en la plataforma continental organizada el martes.

A bordo del barco del BDRI los expedicionarios pudieron disfrutar de "una jornada realmente impresionante, dado el avistamiento de decenas de mamíferos marinos, entre los que se encontraban una buena cantidad de ballenas".

Tanto es así que si la presencia de las mismas en lo que va de año ya resultaba sorprendente, lo sucedido esta vez "solo puede definirse como fantástico, sobre todo cuando tuvimos la fortuna de seguir de cerca los movimientos de otra ballena azul y constatar claramente que se estaba alimentando rodeada de rorcuales comunes y otras especies". Dicho de manera campechana: "Los gigantes del mar se estaban dando un buen atracón gracias a la proliferación de alimento en la costa gallega".

Sucedió a la altura del cabo de Corrubedo -en el municipio coruñés de Ribeira- y de camino al Concello de Carnota, a unas millas de la costa pero muy cerca de la misma, "de ahí que nos sorprendiera tanto la abundancia y variedad de ballenas como su proximidad al litoral", puntualiza Bruno Díaz.

Acto seguido incide en que "podía verse que esta ballena azul se estaba alimentando, e igual de interesante resulta el hecho de que hemos podido reconocerla, tratándose de uno de los ejemplares vistos a principios de octubre".

Se trata de un dato importante, ya que "confirma que estas ballenas no están de paso, sino que han venido para quedarse, al menos mientras la costa gallega siga ofreciéndoles tanto alimento". Y esto, en buena lógica, significa que "pueden venir más".

Abundando en este avistamiento Bruno Díaz asevera que "compañeros que se encargan del catálogo de identificación en todo el Atlántico nos confirmaron que a finales de julio esta ballena azul había estado en las islas Azores, y por lo tanto pudo desplazarse desde allí hasta Galicia".

Pero si la localización de esa ballena azul es importante, no menos lo es el avistamiento de dos rorcuales norteños ( Balaenoptera borealis), una especie también conocida como rorcual de Rudolphi y rorcual Sei que tras su caza indiscriminada durante el siglo XX está ahora protegida internacionalmente.

"Raramente puede ser vista por esta zona, por lo que podemos decir que el rorcual norteño se anima también a disfrutar del 'restaurante' de la costa gallega", concluye el director del BDRI.