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Una apuesta por la protección del medio ambiente

Salvar la carpintería de ribera no significa solo proteger a los astilleros gallegos y preservar un modo de vida identificado con la comunidad autónoma a través de la cultura marítima tradicional. También es una cuestión de calado medioambiental, tal y como refleja Agalcari en sus estudios y en el reglamento de la construcción naval en madera que trata de implantar.

Hay que tener en cuenta, alegan en la entidad, que "aún considerando que llegado a su fin de vida útil el carbono captado por la madera es liberado a la atmósfera, la huella de carbono de todo el ciclo de vida del casco de madera es alrededor de un 80% menor que la huella de carbono del casco de poliéster".

Esto significa que "actualmente la protección del medio ambiente a lo largo de todo el ciclo de vida de la embarcación hace de las naves de madera las más ecológicas y sostenibles del mercado, ya que la madera es fijadora de CO2 en su crecimiento, necesita poca energía para su transformación y es 100% reciclable sin energía". Se trata, en consecuencia, de "un material ecológico por excelencia, siendo el máximo exponente para la denominada Eco-Navegación".

En ello incidieron los representantes de Agalcari en la reunión que mantuvieron en Madrid con el director general de Marina Mercante, a quien expusieron que "es necesario eliminar las trabas administrativas y técnicas que diferencian la construcción en madera". Al igual que reivindicaron "acabar con el abandono al que se ve sometida la madera", tanto debido a "la falta de formación de los inspectores marítimos" como a causa de "la enorme presión de los lobbies de otros materiales, que hace que la madera carezca de un reglamento específico actualizado a las nuevas técnicas constructivas".

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