Erradicar la "egeria densa" que cubre de un tono verde claro el cauce del Umia es misión imposible. El alga proliferó en el río hace veinte años por el descuido de un vecino de Caldas a quien un buen día se le ocurrió limpiar un acuario en la fuente del pueblo por lo que esparció las primeras semillas de la planta decorativa.
La invasión ahora tiene muy mal remedio pues exige la retirada manual en el tramo final del cauce fluvial, hasta su desembocadura en Cabanelas. Y esa actuación implica un coste elevadísimo, de cientos de miles de euros, además de atención contínua para que no vuelva a propagarse.
En estos momentos, el alga cubre como un manto verde todo el curso fluvial desde Caldas de Reis hasta Cambados pues también se han dado las condiciones climáticas más adecuadas para su desarrollo en forma de grandes "galletas" pues el cauce es muy bajo y las temperaturas elevadas.
En sí misma no es un alga tóxica, ni mucho menos, pero tiene la particularidad de que cubre el lecho e impide el paso de la luz solar con lo que ello implica para las especies autóctonas, tanto de fauna como de flora.
Se trata de una preocupación que ha expresado en varias ocasiones el regidor municipal de Caldas, el socialista José Manuel Rey, pero que todavía no ha tenido demasiado eco entre sus colegas de municipios como Meis, Ribadumia o Cambados, a pesar de que están igual de afectados.
Los técnicos de Medio Ambiente reconocen que el aspecto del río es en estos momentos muy diferente al que acostumbra, si bien consideran que esta imagen se borrará en parte una vez que lleguen los temporales del invierno y las riadas que arrastren esta colonia de algas al mar.
De todos modos, la fuerza del agua es incapaz por sí misma de retirar la especie vegetal y por tanto el problema persistirá debido al rápido crecimiento de la especie por lo que reaparecerá de nuevo cuando se repitan las condiciones de bajo caudal que soporta el Umia a consecuencia de la sequía.
La actuación para eliminar la "egeria" implica una inversión de cientos de miles de euros y un seguimiento contínuo para impedir que vuelva a desarrollarse en este ecosistema.
De hecho se han llevado a cabo algunas actuaciones por empresas contratadas al efecto que se han revelado inútiles hasta el momento.
El Umia también sufrió el vertido de Brenntag y es receptora de numerosas especies invasoras, tanto de fauna como de flora.