Ramón Cacabelos García (Cambados, 1955) es una eminencia mundial en medicina genómica, así como en las enfermedades del sistema nervioso central o las vinculadas al envejecimiento, como son las demencias. Presidente del Grupo EuroEspes, con sede en A Coruña, ha patentado la EB-101, una vacuna en fase preclínica que podría librar del alzhéimer a millones de personas en todo el mundo. Es hijo predilecto de Cambados, y además de su ingente actividad científica, es autor de cuatro obras literarias.

-¿En qué fase de desarrollo se encuentra la vacuna en la que está trabajando su laboratorio?

-Está aprobada por la oficina de patentes de Estados Unidos, y estamos trabajando para el inicio de la fase clínica. Nuestra idea pasa por realizar los ensayos clínicos en Estados Unidos, Europa o Asia. Pero no hay fechas establecidas porque el proceso burocrático es largo y la financiación de un ensayo de estas características, muy costosa.

-Manejan tres continentes como alternativas para realizar las pruebas con humanos. ¿No son relevantes a efectos de investigación las diferencias sociodemográficas entre Europa o Asia?

-Lo primero que tenemos que tener claro es que no todas las demencias son alzhéimer, aunque la mayoría sean diagnosticadas como tal. A medida que envejecemos lo que nos encontramos son demencias mixtas o trastornos vasculares que provocan microinfartos cerebrales. Ya en el último momento de la vida lo que se produce es demencia senil, pero todo eso se está metiendo en el mismo saco. En cuanto a la prevalencia, es similar en todas las partes del mundo. En torno a un 1 por ciento entre la población de 60 años, y sobre el 30 por ciento entre la de 85. Aunque en este último caso, el alzhéimer aparece junto a otras demencias. A la hora de investigar, los mejores sitios para hacerlo son Estados Unidos o Europa, pero Asia también es interesante por el papel preponderante de Japón y China.

-Se está diciendo que los factores ambientales influyen mucho en la enfermedad. ¿Qué opina?

-El alzhéimer suele aparecer después de los 60 años, pero empieza a desarrollarse a los 30 o 35, cuando el cerebro deja de madurar. Pero no aparece en cualquiera, sino en personas que están predispuestas genéticamente. Hay más de 600 genes involucrados en la aparición de la demencia. Cuantos más estén afectados en una persona, más precoz será la aparición de la enfermedad, más rápido será su desarrollo y el tratamiento responderá peor. Pero una vulnerabilidad genómica se manifiesta de una forma u otra dependiendo de factores ambientales, como el consumo de sustancias tóxicas, el tipo de vida o el uso crónico de fármacos. Lo que pueden hacer esos factores ambientales es precipitar la aparición de la enfermedad.

-¿Hacer deporte regularmente, llevar una alimentación equilibrada y mantener el cerebro activo no son por lo tanto un seguro de vida contra el alzhéimer?

-Todo eso es importante para tener una buena salud, y por lo tanto también es bueno para el cerebro, pero no va a prevenir el alzhéimer. Lo que hace el estilo de vida es ayudarte a vivir mejor lo que te ha marcado la genética.

-Su planteamiento pasa por prevenir la muerte neuronal. ¿La curación es imposible?

-Un tratamiento curativo para el alzhéimer es conceptualmente imposible. La única estrategia eficaz es la preventiva, evitar que las neuronas mueran. De hecho, en los 15 últimos años la FDA (agencia del medicamento de Estados Unidos) no aprobó ni un solo fármaco nuevo contra el alzhéimer. No creo que haya ninguna otra enfermedad en la que suceda esto. Lo único que pueden ofrecer por ahora los medicamentos es una mejoría transitoria.

-¿A quién se le administraría la vacuna si llegan a desarrollarla?

-La única posibilidad de vencer la demencia es no esperar a que se declaren los síntomas. La única estrategia viable es identificar la población a riesgo y actuar. ¿Cómo se determina esa población? Nosotros creemos que basta un solo episodio familiar de alzhéimer para que una persona pueda tener la vulnerabilidad genómica que le lleve a padecer la enfermedad en el futuro. Incluso podría darse el caso de una persona que la desarrolla pese a que sus padres, por ejemplo, estaban sanos, pero eran portadores de la vulnerabilidad. Por ello, el análisis del genoma es fundamental para identificar al segmento de población a riesgo.

-¿Costea ese tipo de análisis el servicio público de salud en Galicia?

-Actualmente no, pero irremediablemente tendrá que pagarlo en el futuro como proceso diagnóstico necesario. Hay que pensar que las resonancias magnéticas solo encuentran resultados significativos en un 50 por ciento de los casos. Las tecnologías de imagen no son lo suficientemente precisas. El único diagnóstico completamente fiable es el molecular.

-Afirma que la vacuna permitirá frenar la muerte neuronal antes de que se manifieste el alzhéimer. ¿Es posible frenarla también después del diagnóstico?

-Con una vacuna como la nuestra, potencialmente sí, porque con los ratones transgénicos lo hemos conseguido. Con los animales hemos logrado unos resultados espectaculares. El 98 por ciento de los tratados con la vacuna no desarrollaron la enfermedad. En muchos otros casos se frenaron los síntomas, ya que es una vacuna dual, que ayuda a la regeneración neuronal. Pero un ratón es un ratón, y un hombre es un hombre. En la especie humana los resultados terapéuticos nunca serán tan espectaculares como en el laboratorio, porque las personas están expuestas a los factores ambientales que pueden afectar a la eficacia del fármaco, como el consumo de otros medicamentos o la existencia de problemas vasculares.

-Afirmaba antes que hay muchos pacientes diagnosticados de alzhéimer que en realidad no sufren esa enfermedad. ¿En qué medida perjudica esto al paciente y al sistema sanitario?

-En primer lugar, la obligación de un profesional médico es ofrecer el diagnóstico correcto. Hay que tener en cuenta que el alzhéimer tiene un componente familiar muy importante, porque cuando se lo diagnostican a una persona estás marcando a una familia con una dolencia que va a ser como un estigma para ellos. Y acertar con el diagnóstico es importante también a la hora de establecer el tratamiento, porque hay otras demencias que sí se pueden tratar. Pero si a una persona que sufre demencia tras sufrir microinfartos cerebrales le administras un fármaco para el alzhéimer no vas a conseguir nada.

-Hace hincapié en la necesidad de tener un diagnóstico lo antes posible. ¿Cuánto suelen tardar en estas enfermedades?

-Un diagnóstico de demencia debería darse en meses, como tardísimo. Pero ya he visto casos en que se tardaron dos y tres años.