El mundo mira estos días con preocupación hacia México, donde se ha producido uno de los terremotos más violentos de los últimos años. Más de 220 personas han perecido en un seísmo de 7,1 grados en la escala de Richter, tan intenso que a 500 kilómetros de distancia del epicentro, aún se dejaron sentir sus efectos. Así sucedió al menos en Aguascalientes, una ciudad de un millón de habitantes con la que está hermanado el Ayuntamiento de Vilanova.

Aguascalientes están a 500 kilómetros de Morelos y Ciudad de México, dos de las zonas más castigadas por el temblor -una distancia similar a la que hay entre Vilagarcía y Valladolid-, pero los sismógrafos registraron un seísmo de 3,1 puntos. "Sí que han notado el terremoto -explica el alcalde de Vilanova, y presidente de la Mancomunidade do Salnés, Gonzalo Durán-. Pero no han sufrido daños, ni personales ni materiales".

Aguascalientes está en el centro del país, y al norte de México D.F. A raíz del contacto mantenido por el Ayuntamiento de Vilanova, una delegación de la ciudad centroamericana visitó O Salnés en 2014. En el transcurso de aquel viaje, se establecieron contactos comerciales con empresarios arousanos de diversos sectores, como el del vino.

Gonzalo Durán ha estado en contacto con Aguascalientes en dos ocasiones durante los últimos días -hace una semana se produjo otro terremoto en el país-, y destaca que "esa una ciudad de un millón de habitantes, pero se edifica muy poco en altura. Construyen sobre todo en bajo y una planta precisamente para evitar los daños en este tipo de catástrofes".

Y es que los terremotos son habituales en México. En septiembre de 1985 se produjo uno que mató a 10.000 personas, en lo que está considerada la mayor tragedia vivida por el país en época reciente.