Amenazada por la erosión del mar, la mámoa 4 de Areoso, en A Illa de Arousa, escondía un importante número de secretos que, ahora, tratan de analizar los arqueólogos que estuvieron trabajando en ella durante las últimas ocho semanas. Entre los hallazgos más llamativos bajo este dolmen destaca la localización de un cacharro o vasija, que apareció íntegro, algo que no acostumbra a pasar habitualmente, y que podría ser de la etapa Neolítica, ya que coincide con elementos muy similares encontrados en otras excavaciones.

La vasija tiene forma semiesférica y posee una decoración en líneas oblícuas que coincide con la cerámica elaborada en esa etapa histórica, aunque la confirmación de su origen se hará en los análisis de laboratorio y en la investigación que se va a poner en marcha a partir de estos momentos.

En principio, todo parece indicar que formaría parte de un ajuar funerario, ya que apareció junto a varios elementos que podrían ser hachas o algún tipo de arma defensiva.

La vasija fue extraída en bloque, sin retirar la tierra que la rodeaba, por temor a que pudiese sufrir algún tipo de daño. En los trabajos de investigación también se va a tratar de determinar si todavía conserva restos en su interior de semillas u otros elementos que puedan ayudar a datar su origen.

También en el interior de la mámoa se encontró una zona en la que pueden existir indicios de la presencia de huesos. Los arqueólogos que trabajaron en el monumento funerario decidieron extraer todo el bloque de tierra y entregárselo a una especialista para ver si se pueden recuperar. En caso de confirmarse, se determinaría si pudiesen ser humanos o de restos de animales. Tampoco existen indicios de que, a diferencia de las que se han investigado en el continente, haya sido expoliada, una de las causas que podría haber permitido que la vasija llegase intacta hasta nuestros días.

La vasija y los huesos fueron hallados en el nivel más profundo, pero, las últimas semanas de trabajo han servido también para confirmar que la mámoa 4 no solo se trató de un monumento funerario. Ya en la Edad del Bronce, el espacio que ocupa habría sido usado entre 500 y 1.000 años después del último enterramiento. Los datos que indican esta ocupación se encuentran en las inmediaciones de la mámoa, donde se ha hallado un importante concheiro, así como restos de animales. A ello se suma también la presencia de restos de cerámica que apuntan a esa etapa.

Patricia Mañana, una de las arqueólogas responsable de los trabajos de Areoso, reconocía ayer que "la intervención que hemos realizado es de rescate, porque la mámoa 4 es la que está más expuesta a los efectos de las mareas". Tras finalizar la intervención no solo se ha acondicionado el monumento de forma más estable, con el fin de que pueda aguantar el mayor tiempo posible esa erosión, aunque Mañana es pesimista ya que "la erosión en Areoso avanza de forma acelerada, en especial, en la zona norte del islote". Para Mañana sería necesario realizar un estudio en profundidad de todo el islote, "porque es todo un yacimiento que debería contar con un plan más continuo de rescate de los restos y de cómo se está registrando esa erosión". No en vano, esta es la segunda investigación que la arqueóloga realiza en Areoso y está convencida de que "bajo las dunas y en otros puntos del islote es muy factible que existan más restos de interés que deberían recuperarse". Los trabajos arqueológicos han sido realizados por la empresa Tomos Arqueoloxía con la supervisión de la Consellería de Cultura.