Cuando a finales de los ochenta y principios de los noventa empezó a funcionar el Consello Regulador, pero sobre todo, cuando en 2007 se puso en marcha la DOP Mexillón de Galicia, el gran objetivo de la acuicultura gallega no era otro que "fomentar la calidad" del molusco de batea, "tanto en las actividades de cultivo como en su elaboración, transformación y distribución", para de este modo "ofrecer al consumidor un producto acorde con sus expectativas y exigencias".

Conseguir tales objetivos no iba a ser fácil, pero a favor de los intereses de la DOP, y del conjunto de Galicia, jugó el hecho de disponer en las bateas de un producto de máxima calidad, único en el mundo.

Pero también era un producto en cierto modo considerado "vulgar", por lo que se trataba de valorizarlo, y eso era posible apostando por su calidad, diferenciándolo y convirtiéndolo en uno de los mariscos más importantes de la comunidad autónoma. Diez años después, con ayuda de importantes campañas de promoción, el mejillón gallego con sello de calidad ocupa ya un lugar destacado en las preferencias del consumidor.

Pero las pretensiones del Consello Regulador no se detienen aquí, sino que "ahora toca llevar nuestra marca, la de Mexillón de Galicia, al lugar que le corresponde, el escalafón reservado a los productos de excelencia". Y para ello se compromete a seguir los pasos de otros sellos de calidad, como el del champán, en Francia, o el de los vinos La Rioja, en España.